martes, 7 de abril de 2009

Primer dia de trabajo

Primer día de trabajo.
1995.


Eran otros tiempos, los recuerdan entre brumas, tiempos de sorpresa, de asombro aun, de oscuras revelaciones de un mundo siniestro mas allá del quehacer diario.
Fue cuando recién empezaban a comprender la terrible realidad que habían ignorado toda su vida.

Tres eran en esos tiempos, tres habían sido desde el primer día, el primer encuentro con Sullivan Dane, la revelación de la verdad.
El nombre de lo odiado.
El enemigo.
Vampiros.

“Todos han sido reunidos aquí debido a sus experiencias, sus historias y preguntas, yo puedo darles la respuesta que buscan”.

Morgan Strauss de riguroso negro miraba al vacío aun con la visión ausente del que lo ha perdido todo, incluso las ganas de vivir. De contextura media y aceptablemente agraciado tenia el rostro duro del que recorre la vida con demasiado sufrimiento a cuestas. Ni siquiera recordaba bien la forma como había llegado a reunirse con estas personas. El viejo, el tal Dane había sido la primera persona en llegar al callejón donde Verónica y su hija yacían frías entre sus brazos, su primer impulso había sido saltar sobre él, pero el rostro del anciano y por sobre todo la maciza cruz de plata entre sus manos le habían detenido.

Ulises Poirot el hombre sentado a su derecha recorría el bar con ojos cansados y atentos a la vez, alto como un roble y de físico de imponente contraste a su académica forma de vestir, los años comenzaban recién a pesar sobre sus anchos hombros que llevaban también el peso de una historia que no era demasiado disímil de la de su compañero, su esposa había desaparecido hacia meses en una excavación en Egipto, con desesperación había tomado el primer avión solo para cumplir con el ingrato tramite de reconocer un cadáver carente de sangre envejecido mas allá del calor del desierto, no había ni una pequeña pista y con un derrotista sentimiento de rabia había vuelto con su cuerpo para bajar la vista avergonzado en su funeral ante sus suegros que ya no serian abuelos. El viejo religioso de la cruz de plata se le había acercado cuando ya solo quedaba el sollozando ante la lapida y había aprovechado cada duda de su mente para llevarlo a aceptar la verdad que por increíble que pareciese se le insinuaba.

Kurt Hassel, ario hasta los huesos, alto y atlético de desordenada cabellera rubia e inquisitivos ojos azules, en cambio tenia razones mas perturbadoras aun, sentado a la izquierda mantenía una expresión de constante interés, aquello le divertía, enclaustrado en una vida de comodidades no había podido encontrar el propósito para hacer algo mas útil o entretenido que vivir de las rentas de la apreciable fortuna oscura de un abuelo que hábilmente había borrado las pistas que pudieran involucrarlo con un pasado nazi que lejos de remorderle le daba orgullo, el viejo policía de la GESTAPO había desaparecido después de la guerra y se había labrado una posición acomodada cimentada en hurtos de los que ya no quedaba nadie vivo para recordar, Kurt había sido uno de los frutos de esa posición, había crecido sin necesidades, sin esfuerzos, escuchando historias de orgullosas tradiciones que debía callar ante aquellos que podían llegar a considerarlas crímenes, había aprendido a considerarlas así también, mas que por las implicancias morales que conllevan el genocidio y otros delitos, por las consecuencias que tenían en haberle creado una vida y una psiquis aparentemente sin sentido ni destino, era un guerrero, un soldado hijo de soldados, nieto de soldados y sin embargo un combatiente sin propósito ni enemigos, era en cierto modo el legado de los nazis en su familia prusiana, la falta de un honor que intuitivamente añoraba.
Sullivan le había dado esos enemigos y eso era lo único que le importaba.

Tres hombres disímiles juntos tras un Némesis común, entrenados para funcionar fusionando sus características, sus mentes, la analítica de Ulises, la táctica de Morgan y la practica de Kurt, al menos dentro de lo que un fanático sociopata podría haberlos preparado.
Poirot un pensador, arqueólogo de profesión, historiador por labor, versado en idiomas y culturas, un sabio a la vieja usanza y un cruzado de hecho, de enfrentamientos directos y honorables cargas.
Strauss un creador, medico pero también ingeniero autodidacta, un hombre capaz de desglosar la realidad a sus elementos mas básicos y así manipularlos y comprenderlos, un arquitecto de ideas, un dador de vida a seres y maquinas, y también eficiente en quitar esas vidas, un operador de las sombras, astuto y exacto.
Hassel un ejecutor, un soldado sin dudas o remordimientos, una mano certera y sin emociones, un seguidor estricto y disciplinado, una maquina que solo necesitaba objetivos para crear sus propios caminos.

No había líderes directos y sin embargo cada cual ejercía su liderazgo cuando la situación lo ameritaba. Sullivan estaba conforme, carecían a pesar de sus esfuerzos de la fe que tanto era necesaria para el, al menos en el esquivo ser superior, pero en compensación sus pensamientos de un carácter mucho mas terrenal eran quizás mas sólidos que cualquier creencia.

Ese solo había sido el comienzo del viaje.

El odio dándoles fuerzas, escondiendo, luchando contra la cordura de huir ante el peligro descubierto, de dar la espalda a los monstruos.
Los culpables.
Pero la cordura había perdido, se habían lanzado de cabeza a la venganza.

“Han sido entrenados para ello, ahora deben demostrar que están listos”.

La primera matanza debía ser simple, entre comillas. Una toreador, débil, corrupta, hedonista, ¿De generación baja quizás?. Una niña en términos vampiricos, aun contaminada de emociones humanas, aun llena del narcisismo que sus mayores ya habrían transformado en megalomaniaca psicopatía pura.
En esos tiempos había sido un reto, todo un reto para tres cazadores novatos, tres simples humanos.
Sullivan los miraba detenidamente a medida que les iba informando exhaustivamente de cada partícula de información que poseía sobre el blanco que había elegido como examen final para sus nuevos pupilos, mientras hablaba tomaba nota mental de cada gesto que denotara las emociones o falta de ellas que se manifestaban en ellos. Y lo que veía le gustaba.
Ulises contrastaba cada palabra con los viejos libros almacenados en su mente, Morgan analizaba cada arista y cada debilidad, y Kurt… Kurt escuchaba y esperaba una orden.
Morgan Strauss, Ulises Poirot, Kurt Hassel. Desconocidos, unidos por el odio hacia algo que aun no podían comprender. Sin recursos, sin experiencia, pero espantosamente deseosos de probarse a si mismos.

“Busquen ha Garrido, él tiene las respuestas”.

Luego de dos largas horas escuchando y hablando a murmullos en “Hellraiser`s”, habían tomado la vieja blazer de Kurt enfilando a la pista que se les presentaba mas sólida.

Era una fría noche de otoño, una persistente brisa marina impulsaba el incansable oleaje contra los roquerios, cruzaron la ciudad en silencio, con solo el ronroneo del motor v8 omnipresente hasta detenerse ante el oscuro conjunto de edificios bajos sobre el acantilado.
No es que el manicomio fuera especialmente imponente, demasiado alejado de la noción mas pintoresca de lo que seria el mítico Arkham con sus gruesos muros y torres, “San Salvador” era una institución mas acorde a la realidad, una serie de edificios de no mas de dos pisos unidos por laberínticos patios y rodeados por una serie de rejas y muros desvencijados, si hay algo que escapa de la lista de prioridades de cualquier país en desarrollo es ciertamente aquellos que mentalmente son ajenos a su sociedad, habían fallas y errores de seguridad por doquier, descuido en las instalaciones, falta de presupuesto gritando en cada esquina. Pero era un manicomio y aunque estuviera hipotéticamente impoluto y pintado de brillante rosa, seguiría siéndolo y eso mas que cualquier cosa parecía manchar sus paredes como una pasta gruesa y oscura inconcientemente desagradable, eminentemente inquietante, la locura era un velo que lo cubría todo, era palpable, visible y escuchable.
Kurt detuvo el todo terreno a media cuadra de la entrada principal, junto a la endeble reja una caseta mal construida albergaba a un incomodo guardia sorbiendo temblorosamente el casi consumido cigarro que minutos antes le diera el policía ligeramente obeso que conversaba con el.
- Un paco – Dice Kurt- Si tengo razón debe haber al menos otro en la sala de guardias en el pabellón principal, en este turno deben haber no mas de media docena de guardias auxiliares, sin instrucción a lo mas con servicio militar, no tienen armas de fuego pero pueden ser de problemas, la dimensión del personal profesional no se -.
- No quisiera ni saber como sabes eso – Mascullo Morgan – No debe haber mas de una o dos enfermeras a cargo, uno que otro auxiliar, médicos a esta hora es imposible, nadie trabaja por lo que paga el ministerio mas de las dos horas necesarias en la mañana como para no parecer un desgraciado sin ética -.
- ¿Están pensando en entrar por la fuerza? -.
- Bueno, no es mucha resistencia…-
- No – Morgan saca una carpeta y una bata de su maletín – Aunque no es común venir a estas horas, tampoco tienen porque sospechar nada, diré que es un favor a un amigo para una audiencia judicial mañana temprano, deberíamos poder pasar -.

Hace demasiado frío para sospechas, muy poca paga para suspicacias, y una bata blanca en ciertos lugares suele ser suficiente tarjeta de presentación, Morgan entra al complejo sin problemas, junto a el, Ulises es un abogado y Kurt el suboficial de gendarmería, típicos aunque sea a deshoras, si ellos quieren trabajar horas extras no será el guardia el que se moleste en discutírselos.
Dentro del primer pabellón una regordeta enfermera se arrima hasta casi la negligencia a una oxidada estufa de parafina, no hace preguntas, se remite a apuntar a un armario de fichas y señalarle una dirección, Morgan se toma unos minutos para revisar la carpeta.
Alfonso Garrido, 37 años, esquizofrenia paranoica avanzada. Recluido desde el 92, dos intentos de fuga, uno exitoso, desapareció 3 días y volvió.
Por si solo.
Tampoco era muy posible que lo hubieran buscado mucho.
Atraviesan un patio mal iluminado hacia el macizo edificio de dos pisos, pabellón central, sección de recluidos judiciales y dementes peligrosos o todas las anteriores.
La celda acolchonada, la camisa blanca con sus correas.
En la boca de la locura, como diría Carpenter.
Garrido, un tipo bajo y desgreñado, les sonríe desde su rincón, en sus ojos la insania baila imperturbable. El cabello desordenado, los ojos huidizos, una prominente nariz aguileña dominando el rostro anguloso.

- Extrañas horas para una evaluación – Dice arrastrando las silabas.
- No estamos acá para eso, buscamos información mas allá de tus locuras -.
- Sabemos que tú tienes información sobre Evelyn Steffens -.
- Ah, hermosa ella es – Se demora una fracción de segundo, el tono parece forzado, Morgan casi puede ver las frenéticas sinapsis recorriendo los lóbulos de su cerebro, recuerdos emergiendo potentes desde insondables abismos.
- Eso no nos interesa – Ulises comienza a perder la paciencia - ¿Quien es, donde está?-.
- Loco soy… pero, no estúpido – Entorna los ojos, se revuelve en su rincón – Ella podría matarme si dijera algo, si supiera que aun vivo. ¿Por qué creen que vine aquí en primer lugar? -.
- Pagaremos por la información -.
- ¿Qué hay que pudieran darme? – La incomodidad crece en su postura, no es solo el dolor sordo de la camisa ajustada, es algo mas profundo – No hay beneficio en jugar con ellos, son fuerzas que preferirían desconocer -.
- Les conocemos y no les tememos -.
- Deberían -.
- Para terminar como tu, tembloroso en tu rincón, rumiando fantasías de revancha, de poder -.
- ¿Que puedes saber tu sobre lo que pienso? – Garrido comienza a desesperarse, sus manos se retuercen bajo la camisa, una gota de sudor asoma en su frente – Lo que temo -.

Morgan ahoga una sonrisa, lo tiene, ha mordido el anzuelo, los neurotransmisores comienzan a fluir desde la pituitaria, la adrenalina abandona las suprarrenales, el estado de vigilia de Garrido mejora visiblemente a medida que sus músculos se contraen en impotencia.

- Veo tu temor, tu odio, puedo ver como en tu mente vuelves a sentir su aroma, a sentir sus ojos sondeándote la mente, haciendo latir tu corazón, los medicamentos no pueden suprimir eso por completo no? -.
- He vivido como animal demasiado tiempo -.
- Escondido en tu guarida – Ulises ha entendido la manipulación de Morgan, usa su tono mas neutro y paternal para unirse a la conversación - Temblando ante el temor de verlos aparecer en la ventana -.
- Jajaja, he desaparecido, muerto, no pueden encontrarme -.
- Nosotros te encontramos -.
- Ellos también están muertos y sabes perfectamente que eso no los detiene en nada -.
- Te encontraran, vendrán por ti -.
- Volverán a jugar contigo, te romperán de nuevo -.
- Como el zorro saca al conejo de su guarida, te arrastraran a su mundo nuevamente -.
- ¡Nooo!! – Sus dientes aprietan sus labios hasta hacerlos sangrar – Destruyo todo lo que era, , yo era un genio, un visionario, jugué con poderes y conocimientos mas allá de la comprensión, creí que ella me ayudaría, que me abriría puertas ocultas y solo se rió, me degrado, me humilló, me hizo refugiarme aquí hasta que ya no tuve como salir -.
- ¿Quieres saber entonces que te ofrecemos? -.
- La libertad, la venganza -.
- ¿Venganza… contra ella?... no hay tal cosa, yo con todo mi saber falle en eso – Volvió a enrollarse en el rincón - No puedes manipularla, lo intente, pensé que podía usarla -.
- Pero ella te uso – No hacia falta ser un erudito para ver el deseo en Garrido, Morgan podía vislumbrarlo claramente, mas allá de lo sexual, un deseo de poder, había esperado el abrazo, había rogado, quizás hecho acciones imperdonables por la promesa de eternidad y cuando no fue útil fue desechado.

Quizás en un ultimo momento Garrido había comprendido que su vida ya no valía, que la vampiro en vez de devolver su juguete al baúl simplemente lo partiría en dos y lo echaría a la basura, había escapado, corrido hacia las sombras a desaparecer en el primer agujero que podía encontrar.
Mas que lo que el orate pudiera decirle, Morgan ya se había hecho una idea de su enemiga, Evelyn era básica, narcisista, descuidada, otro vástago habría terminado el trabajo, no habría dejado un humano vivo que podía delatarle, ella no, se había contentado con asumir que Garrido no viviría o no seria amenaza.
Dane había elegido cuidadosamente a la primera presa.

- Nosotros no fallaremos, no tememos como tu, tu danos tu conocimiento y estarás libre, podrás dormir en paz -.
- No vamos a manipularla, simplemente le meteremos una estaca en el pecho y una antorcha en el culo – Dijo Kurt con una sugerente mueca.
- Y morirán intentándolo… - Garrido comenzaba a sobre excitarse, cualquier rastro de medicamento había abandonado su sistema, Morgan no había pensado en la táctica del policía bueno policía malo, en cambio tenia al bueno, el serio y el bestia… y parecía servir – Pero antes los hará hablar, y le dirán donde estoy! -.
- Entonces no estés acá – Morgan saco pausadamente el cuchillo y lo enterró frente a Garrido – Huye, desaparece donde ella no podrá encontrarte, quizás sea tu ultima oportunidad, úsanos como tu distracción, tal vez podamos herirla, al menos la demoraremos, tendrás el tiempo para al fin desaparecer -.

Garrido era profundamente egocéntrico, Morgan le estaba dando la sensación de tener el poder, la dirección, no tardo en asumir la idea como propia, si, el usaría a estos tipos, que fueran contra ella si querían, que murieran, mientras el podía al fin librarse de su martirio.
Morgan retrocedió unos pasos, Garrido tenia la vista fija en el puñal, sus ojos brillaron y esbozo una sonrisa.

- Evelyn es una toreador, clan de mamones y hedonistas, tiene manía por la música y la danza, mientras mas exótica mejor, y por los hombres, inocentes, estupidos, le gusta fingir que es casta, una pueblerina encandilada por la ciudad, una presa fácil para el conquistador de fin de semana, frágil, pura, los engatusa con su virginal estampa y cuando los tiene atontados los deslumbra con un aparente explosión de sensualidad, los desarma por completo, los hace arder en deseo -.
- Los hace pensar que han encontrado a la chica perfecta -.
- Una dama en la sala, una puta en la cama -.
- Entonces se destapa y mete en escena a sus niños, tiene a dos, ghouls creo que los llaman, mitad hombres mitad abominaciones, Sasha y Dalila, un ruso gigante y una gitana, hermosos y leales hasta la insania, Evelyn te hace creer que la controlan y pervierten, algunos sueñan en salvarla, otros simplemente en encamarse con los tres, pero todos caen, eso es lo que busca, le gusta la sangre caliente saben, muy caliente y dulce, no le basta con el deseo, ella quiere que te enamores -.
- Eso no tiene mucho de novedad, es bastante Anne Rice -.
- Una necesidad de serotonina, posiblemente ocitocina y testosterona, sabemos que los ventrue tienen necesidades químicas especificas, resulta lógico que otros desarrollen un gusto especial por ciertas combinaciones hormonales sanguíneas -.
- Morgan, a la mina le gusta el webeo nada más -.
- Los subestimaran como todos, Dalila por si sola te puede volar la tapa de los sesos, sus ojos de almendra te secan la mente, pero si se enoja es salvaje, Sasha es de lo peor, disfruta el dolor ajeno aun mas que su ama, no se detiene nunca no importa si es hombre o animal necesita tener un ultimo suspiro en sus oídos constantemente -.
- ¿Donde podemos encontrarlos? -.
- Busca el lugar de moda, donde abunde la música rara y los muchachos jóvenes, de buen nivel, sanos y ansiosos -.
- Eso no restringe mucho nuestra búsqueda -.
- ¿Crees que me mantengo al día de los panoramas universitarios acá? – Poco a poco casi sin darse cuenta Garrido se acercaba hipnotizado al cuchillo – La reconocerán de inmediato, blanca como la nieve, menuda y perfecta, el cabello dorado y los ojos verdes, grandes y profundos, le encanta parecer una chica de colegio de monjas -.
- Mata a la porrista y salva al mundo -.

Morgan levanto el cuchillo y lo hizo bailar entre tus dedos.

- Me lo he ganado – Dijo Garrido con un dejo de desesperación en su voz.
- Así es – Cortó ligeramente una de las mangas de la camisa, lo suficiente para que Garrido pudiera tomar con la punta de los dedos el arma – De ti dependerá huir, no ahora, esperaras hasta que sea el momento, no querrás que las sospechas recaigan hacia nosotros y que así lleguen a ti -.
- Un día mas no me matara, mañana cuando llegue la noche huiré, espero que ustedes cumplan su parte y mueran siendo útiles -.

Ulises llamo al celador y salieron de la habitación, al final del pasillo otro enfermo ahogo un grito.
- Renfield esta vivo – Dijo Morgan.
- No es de extrañar que nos encontremos con estos especimenes, son necesarios para los vástagos, humanos, débiles, deseosos de poder buscando una salida fácil a sus limitaciones, son presas obvias, útiles a la mascarada y desechables -.
- ¿Caeremos nosotros en esa clasificación? – Pregunto con desgano Kurt.

Ulises sonrió, hacia un tiempo que el buen profesor que había en el había desaparecido.
- Deja que ellos juzguen si es así -.

Decir que descansaron ese día seria exagerar, unas cuantas llamadas e investigación en línea bastaron para reducir la lista de antros a solo un par, Evelyn gustaba de rodearse del ganado, le restaba competencia pero también seguridad, si estaba donde creían estaría sola, sin mas vástagos que pudieran ayudarla.
Durmieron si, pero mas por obligación y entre la constante repetición de preparativos, no contaban con demasiado, los exiguos recursos y las fuertes regulaciones estatales los había obligado a contar con un arsenal bastante reducido, escopetas de caza modificadas, algunas armas cortas, un viejo Law desaparecido de carrizal bajo daban el poder de fuego, unos machetes y la poco confiable katana de Morgan serian los encargados de acabar el trabajo.
Al anochecer se pusieron en marcha, cargaron el armamento que no podían llevar encima en la Blazer y nerviosos llegaron al primer local, un primer reconocimiento fue infructuoso, frustrados enfilaron al siguiente.
Era pasada la medianoche cuando llegaron al club, Morgan fue el buscador, por 15 minutos recorrió el local hasta encontrarla, menuda, hermosa, cabellos dorados cayendo gracilmente sobre sus hombros, artísticamente dispuestos como si quisieran separarse en inocentes trenzas, blusa clara con un escote que mas que mostrar sugería, minifalda con un ligero toque escoses y botas de talle alto.
Tal como dijo Garrido, una colegiala inocente.
No es que fuera la única, pero no había otra tan interesante y tan cerca de la pareja que casi con insolencia no le perdía pista.
El alto y fornido, un spetnaz ruso sacado de sangrientas campañas como la de Afganistán, de rostro cortado en roca y ojos malignos.
Ella una belleza exótica, de formas perfectas y felinas, cabello oscuro casualmente desordenado con ojos de insondable y triste profundidad, almendrados y enmarcados en largas y rizadas pestañas.
Los habían encontrado.

Morgan se escabullo hasta el backstage, en el callejón los demás lo esperaban, entraron armados, preparados, mentalizados.
Ulises se sentó en una mesa oscura a solo metros de la vampiro, listo para intervenir.
Morgan en el balcón del VIP tenía tiro si era necesario.
Kurt…
Kurt era la carnada.
Avanzo decididamente hacia ella, un empujón basto para abrirse camino entre dos chicos que discutían de política, no reaccionaron, demasiado grande demasiado hostil. Una mirada basto también para que el chico delgado junto a ella se diera a la fuga. Ella le dedico una larga mirada apreciando cada rasgo.
Le gusto lo que vio.
Kurt se sentó despreocupadamente a su lado, que le dijo seria algo que poco interesaba a Morgan y Ulises, pero dio resultado, ella comenzó a reír y a coquetear con candidos ademanes.
“La cosa pinta bien”, pensó Ulises, tratando de mantenerse en las sombras, estaba fuera de lugar, demasiado viejo, demasiado formal, degusto lentamente su whisky mientras no perdía gesto de la conversación entre la pareja.
Morgan estaba mas preocupado, luchaba constantemente por mantener las armas ocultas usando una incomoda posición, pero peor aun, había descubierto que la gitana le miraba, con una insistencia molesta e inquisitiva.
Dalila no le gustaba del todo ser la marioneta de Evelyn, así había sido los últimos 8 años, años de soportar las manías de su señora, la amaba profundamente y era feliz satisfaciendo sus deseos, al menos eso sentía la mayor parte del tiempo, pero necesitaba algo mas, necesitaba cazar de vez en cuando, pero sus gustos de presas eran diferentes, le asqueaban los hijos de papi rebosantes de hormonas que constituían la merienda para Steffens, esos chiquillos llorones que rogaban por amor solo para recibir un mordisco.
Dalila prefería los hombres, oscuros, complejos, fuertes de espíritu, necesitaba emoción, tal vez incluso algo de rechazo al principio. Algo que pocas veces se le presentaba.
Esta vez esa oportunidad tocaba su puerta. No podía quitarle los ojos de encima al tipo parado en el balcón, había algo en el que exudaba seguridad y conflicto, tristeza, inteligencia.
Se levanto lentamente, con cada cuidado movimiento resaltando su sensualidad, delicadamente se apoya en la baranda a un costado de Morgan.
- Buscando jovencitas -.
- ¿Tan viejo me veo? -.
- Para nada, pero resaltas ante tanto niñato idiota -.
- Supongo que podría tomar eso como un cumplido -.
- Deberías -.
Ella le alargo graciosamente la mano mientras se acercaba a su oído.
- Me llamo Dalila, como la de la Biblia -.
- Nombre exótico, extraño en tu caso -.
- ¿Extraño? -.
- Dalila fue la mujer que hizo caer en desgracia a Sansón, manipuladora y hedonista, un trasfondo poco normal a resaltar entre tu gente, Zingara -.
- ¿Conoces a mi pueblo? -.
- Mi padre conoció a muchos de tus príncipes, compartió muchas veces sus tiendas, más de algún California lo llamo hermano -.
- Me impresionas, sabes mucho más de mí que yo de ti -.
- Solo veo lo que hay que ver, no es difícil ver el rostro de tu gente en ti -.
- ¿Y que más ves? -.
Morgan desvió los ojos, el cabello, la blancura de la piel, el aroma, hacia mucho tiempo que algo no le recordaba tanto a verónica.
- Soledad, vacío, quizás un poco de vergüenza -.
Dalila se sobresalto visiblemente, las palabras le habían llegado a un rincón de su corazón que hacia mucho había dejado de sentir.
- ¿Cómo puedes ver esas cosas? -.
- Tus ojos, son tristes, brillan con furia apagada, la furia del que no tiene una razón buena para sentir orgullo -.
- Tengo muchas razones para ser orgullosa – La frase la quemo por dentro, era una mentira, una de las que dolía decir.
- ¿De verdad?, ¿Alguna que te haga ver los rostros de la gente, o de tu pueblo con la frente en alto? -.
- ¿Qué puedes saber tú de ello? -.
- Se mucho de orgullo y dolor, Zingara -.

Dalila se hundió en dolorosos recuerdos, la tienda de su padre, la vieja camioneta ford que tantas veces manejo a espaldas de su familia, símbolo de una libertad que deseaba con toda su alma, libertad que aun no conseguía, había abandonado lo que amaba, la sabiduría de su padre, la ternura de su madre, la calma presencia de la abuela, sus hermanos y hermanas siempre dispuestos a protegerse unos a otros a vivir por su pueblo, orgulloso de su forma de vida feliz y libre. Libertad era justamente lo que no había encontrado, la danza que llenaba su corazón la había llevado a Evelyn, creía que con ella escaparía a la familia que creía que la asfixiaba, y solo había encontrado una prisión peor, una jaula de oro mas opresiva aun que su pueblo, una prisión de maldad.
Dalila trato de alejar esos pensamientos, de borrarlos de su mente, para cuando abrió los ojos de nuevo, sentía una calidez especial que hace mucho no sentía, una sensación de seguridad olvidada.
Ella tenía la cabeza en el hombro de Morgan.

Sasha comenzó a aburrirse, su ama estaba en medio de su juego y para peor Dalila parecía un maldito poodle moviéndole la cola a un extraño, el en cambio sorbiendo vodka francés con una porquería de jugo de limón intomable. Vodka francés! Ni en el peor campo de batalla se había rebajado tanto.
Entonces lo vio, el juguete de su ama estaba tomándose atribuciones demasiado rápido, no sabia si ella estaba divertida o ya se estaba hartando de el juego, solo podía ver la mano de Kurt bajo la falda de ella.
“Ella no se enojara si apuro un poco la cena” se dijo, dejo el vodka a medio terminar en la barra y se dirigió directamente a la pareja.
- ¡Te estas metiendo con mi prima!, eso no lo tolero -.
- Calma chico, no te metas donde no te llaman – Kurt no se altero, esperaba el siguiente acto del show.
- Sasha no le hagas daño, solo conversábamos – Evelyn, no esperaba la intromisión tan pronto, pero tampoco era tan a deshora, el hambre ya se le manifestaba y el chico a su lado parecia estar listo, así que decide actuar su parte de sumisa pueblerina sin demora.
- Escucha a tu prima Sasha – Kurt tiene experiencia en cabrear tipos, su sonrisa es de una acidez especialmente toxica.
- No lo alteres Kurt, es muy violento, mejor me voy con el -.
- Nahh, la chica esta conmigo ruso, no necesita tu protección – Kurt se levanta artísticamente fingiendo algo de embriaguez pero elevando su gran cuerpo.
- Alemán patético, yo digo con quien esta mi prima – El ruso no se queda atrás y lo encara directamente.
- Ah si? ¿Quieres discutirlo afuera comunista?-.

Sasha se gira y con un ademán hacia Kurt comienza a bajar la escalera, lanza una mirada a Dalila pero esta no parece estar atenta, “Mal, la señora la reprenderá mas tarde”.
Kurt sonriente sigue al ruso, su mirada se cruza con Morgan, mas adelante Ulises ya esta bajando hacia la pista de baile desde la otra escalera.
Evelyn espera algunos segundos, y con falsa cara de preocupación enfila también a la salida, el hambre le atenaza las entrañas y no tiene nada mas en mente, ni siquiera donde esta su sirvienta.
Ulises se cruza con Kurt metros antes de la entrada, la recortada cambia de manos rápidamente hundiéndose en el abrigo del alemán. Pero no encaja en el gancho, se le resbala de sus manos y con estrépito el cañón golpea el piso de baldosas.
Sasha lo ve, sus ojos y los de varios presentes se agrandan de asombro.
El plan se va al carajo.
Kurt le abre un forado del porte de un puño al ghoul con su escopeta.
En la puerta, frente a todos.
Gente en pánico, la aguja del mezclador rasga un disco cuando el dj en huida golpea la consola, la música se detiene y solo se escuchan los gritos.

Ulises gira 180 grados, Evelyn esta atónita, hay un buen espacio vacío entre ellos, la vieja 45 se materializa en las manos del cazador, ella no comprende hasta que las primeras balas le alcanzan, Poirot le vacía el cargador completo, otro ya esta en su otra mano.
La blusa clara se oscurece rápidamente, media docena de impactos queman su pecho, no sabe que hacer, frente a ella el cazador recarga su arma, el miedo, terror puro la invade…
Y corre.

Dalila ve el resplandor de reojo, aun no fija bien la vista cuando ve caer a Sasha en la entrada, a escasos metros abajo, su señora suelta un grito gutural, en cámara lenta ve el hombre disparando contra su ama.
Gira, sus músculos se tensan, se toma del barandal para saltar cuando siente la mano de el sobre el hombro.
“No es momento para machismos, no necesito ser protegida” alcanza a pensar, gira para empujar al tipo a su lado…
Y una garra poderosa se cierra en su cuello.
- Perro insolent… -.
Sus pies se separan del piso, por una fracción de segundo lo ve, su cara se acerca, un rostro calcáreo, una mueca de odio tan absoluto que le hiela de temor cada célula de su cuerpo, una mirada que la hunde mas allá del temor animal mas primitivo.
“Son los ojos de la muerte”.
Morgan la estrella contra una pared, algo cruje entre las costillas de la chica, ella lucha por soltarse de la prisión en su garganta y entonces levantada otra vez cae sobre la barra, es arrastrada a través de los abandonados licores, para terminar como muñeca de trapo contra la caja registradora.
El grito le surge desde lo profundo de su ser, rabia, dolor, lagrimas, su cuerpo le duele como no le ha dolido en décadas, sus dientes se astillan de la presión de la furia, la sangre de su ama le quema las arterias.
Dalila salta sobre la barra, lo encontrara donde sea que se haya escondido, lo matara sin misericordia, oh! rogara por morir rápido.
El salón vip vacío, con los muebles desparramados y los últimos comensales en desesperada huida, enmarcan la figura oscura de espaldas al balcón.
La espera.
El no rogara, no se esconderá,
El esta aquí para matarla.

Evelyn se desespera, corre buscando una salida, comienza a subir las escaleras cuando otra ráfaga le estalla al costado, Ulises se toma un poco mas de tiempo en apuntar, sus tiros trazan dolorosos surcos en su carne.
Kurt golpea al único guardia que se le ha interpuesto rompiéndole la nariz hasta el punto de la no reconstrucción, la estampida casi termina y puede ver a la vampiro corriendo hacia el vip, la escopeta rugue de nuevo y un gran trozo de mampostería incrusta astillas en Evelyn.

Dalila se lanza al ataque, la botella en su mano surca el aire en una elipse casi perfecta hacia el rostro del cazador, pero este no esta, flexiona las piernas y la golpea con toda la fuerza de su cuerpo, el esternon de ella cruje, el aire escapa de sus pulmones con un quejido sordo.
En rápida sucesión Morgan la golpea, metódicamente, su puño se hunde en la garganta, la traquea se resiente y se obstruye, el otro le da bajo la axila, dos costillas mas se astillan, ella se dobla sobre su abdomen, la rodilla de el la golpea entre los pechos y su codo hace estallar olas de dolor desde su nuca.
Dalila cae, no puede respirar, sus pulmones arden desde adentro y su cuello parece una masa contraída atenazando su garganta.
Va a morir, puede sentirlo, el soplo de la vida se escapa indefectiblemente de entre su cuerpo y la sombra del cazador es una mortaja asfixiante que la rodea.
Morgan se abre el abrigo, sus dedos se cierran sobre la empuñadura gastada de la katana y lentamente la hoja sale a la luz.

Evelyn aparece por un costado de la barra, escucha el chirrido del metal antes de ver la espada, Morgan también la escucha y gira con la espada ya desenvainada en la mano.
La ve tirada, su querida sirviente de tanto tiempo vencida, probablemente muerta, el miedo la roe por dentro, las paredes del salón parecen cerrarse sobre ella, solo piensa en huir, en salvar su no vida.
Evelyn salta sobre la barra, corre y se impulsa hacia el balcón, es un salto imposible para un humano, difícil aun para un vampiro, pero la celeridad le da el delta necesario.
Morgan flexiona las piernas, la katana traza un ligero arco y queda en posición, cortara la trayectoria de la vástago justo antes de caer desde el balcón, en el momento indicado ordena a sus músculos a soltarse, un latigazo de adrenalina controlado, la katana corta el aire y se hunde en Evelyn…
Solo unos centímetros, Morgan cae con una rodilla a tierra, las uñas de Dalila se incrustan en su pierna.

Evelyn vuela por sobre el balcón hacia la pista de baile, el corte no es profundo y apenas suelta algunas gotas de preciada sangre, nada que un buena cena y algo de descanso en su refugio no puedan curar, que esos humanos traten de alcanzarla, que salten desde ahí si quieren, son lentos y débiles, ella escapara, lo sabe, lo lograra, hasta que ve las llamaradas debajo.
Ulises destroza uno de sus brazos, las balas de la 45 rompen huesos y cortan tendones.
Kurt le arranca un gran trozo de su cadera, los jirones de la falda escocesa se desprenden.
Los impactos rompen su trayectoria, su cuerpo cae sobre el escenario entre varias mesas y parlantes, hay chispas y crujidos por todo el local, el telón se desploma y con el los reflectores.

Morgan gira las piernas, las uñas le dejan grandes surcos en la pantorrilla pero la muñeca de ella se rompe, la katana cae sin demasiada fuerza y abre una gran herida en el costado de la ghoul.
Ha sido el último esfuerzo de Dalila, la oscuridad cae sobre ella.
Morgan a su lado, delicadamente mueve uno de sus cabellos oscuros sobre los ojos almendrados, las membranas palidecen, la anemia que hace su aparición, la sangre escapa por sus heridas y con ella la vida.
- Tú elegiste tu camino… hace muchos años -.

Ulises y Kurt se separan, Evelyn esta ahí, escondida entre las masas de muebles, cortinajes y demases, el local esta en silencio solo alumbrado por algunas solitarias luces parpadeantes, la tensión es palpable, la sorpresa se ha esfumado, la presa contraatacará.

Poirot le hace una seña, Morgan no sabe como pero entiende la genialidad de Ulises, se escabulle entre el vip y llega a la cabina de controles.
Evelyn lanza su auspex, puede sentir los latidos de los dos hombres, el tercer esta lejos, el salón esta en penumbras, tiene la ventaja.
Con sobrehumana velocidad surge de entre los escombros, los ojos encendidos percibiendo perfectamente cada sombra, cada detalle, los oídos atentos a cada murmullo, el olfato llenándole de el olor de los mortales.
Están a su merced, se alimentara de ellos, pagaron con dolor y muerte su audacia.
Los reflectores se encienden al unísono, los parlantes estallan en tonos bajos y agudos, Morgan sube los volúmenes de la mezcladora con furia mientras un insistente zumbido comienza a llenarle la cabeza.
Para Evelyn es espantoso, con todos sus sentidos aguzados es un golpe terrible, cada decibel golpea sus tímpanos, cada resplandor quema sus retinas, esta en el aire cuando ocurre, cae rápidamente al piso, antes de tocar el suelo los estallidos la alcanzan, una y otra vez las balas la golpean.
Cada fibra de la vampiro grita de dolor, se arrastra por la pista de baile, los dos cazadores aprietan el gatillo sin descanso, es un ajusticiamiento.
Morgan baja los controles a niveles tolerables y hecha a correr hacia la pista.
Kurt recarga, Ulises saca el cuchillo con la otra mano mientras continua disparando, Evelyn se sacude a cada impacto.
Saca un ultimo aliento de poder, un estallido de celeridad final, corre, con sus postreras esperanzas a cuestas.

Evelyn Stephens salta por una ventana, ha visto la muerte en ojos de dementes y huye sin saber por que.

Los cazadores echan a correr hacia la salida, Kurt el más rápido toma el volante mientras los demás se lanzan dentro. La destartalada Blazer de Kurt ruge en las calles en descontrolada carrera, los autos colisionan detrás a medida que se saltan una tras otra las luces rojas de la ancha avenida.
Ulises dispara como poseso, mientras Kurt destroza sus músculos tratando de controlar el pesado vehiculo.
Morgan suelta los seguros del “Law”, el único, comprado con exiguos ahorros, guardado para una ocasión especial… inútil.
El cohete se estrella mas allá, un compacto Lada azul pasa a mejor vida y los vidrios de la blazer también.
Evelyn corre indemne con la camioneta sin control detrás. La sangre se acaba a cada segundo, no podrá mantener el ritmo mucho tiempo.
La siguen hasta la vieja mansión, ruinosa, ajena entre las tiendas y boutiques.
Ella atraviesa la puerta de viejo roble, gastada por décadas de abandono, la desesperación la inunda, su refugio no es suficiente, esta sola con el vago consuelo de estar en su territorio.
No sabe porque sube, solo quiere esconderse, que la sensación de impotencia desaparezca, son humanos, humanos, por Caín! Esto no puede sucederle a ella, a vivido mucho, a sobrevivido mucho.
Se tropieza en el ultimo escalón cayendo de bruces en el pasillo del segundo piso, los escucha, entran por la puerta despacio, atentos, la encontraran. Esta atrapada.
Kurt avanza adelante con la escopeta en ristre, Ulises lo detiene, hay un rastro claro en el piso a la luz de la luna que entra por el gran tragaluz sobre la desvencijada lámpara del salón.

- Arriba -.

Evelyn tiembla.
Lentamente comienzan a subir, agolpándose ante la necesidad de terminar, es el fin, solo un poco más y habrán cumplido.
Lo cierto es que por poco no lo cuentan, gracias a su propia estupidez.
Ridículos, confiados, hinchados de odio y orgullo, con las manos crispadas en las armas de segunda selección, usadas, compradas a módico precio.
Evelyn esta en el descanso, las garras surgen de sus dedos, sus colmillos asoman de su boca entreabierta y un siseo aterrador llena la mansión.
Kurt trastabilla de horror, Morgan siente como sus piernas flaquean. Ulises entorna los ojos, su mirada se ha vuelto borrosa mientras escucha en su mente una dulce voz que le advierte “Presencia amor, no mires”.
Evelyn cae sobre Kurt, este rueda hacia abajo, con certero movimiento Ulises lo esquiva, Morgan no tiene tanta suerte.
La vástago pasa por encima, Ulises logra tomarla de un tobillo, ella se desploma escaleras abajo. Kurt se lanza sobre una de sus piernas, Morgan empala una de sus garras, Ulises deja caer sus 90 kilos sobre su pecho.
A gatas, de rodillas, encima de ella, la ultimaron. Ya no hay fuerzas para morder, no hay garras para arañar, no hay sangre para vivir.
Las pistolas disparando a quemarropa, los cuchillos enterrándose en la carne sin vida una y otra vez.

No fue muy elegante, tampoco muy efectivo.
Casi los mata a todos.
Pero lo hicieron, amalgamado con la sangre de los tres, el polvo que era ella se quedaría en el piso para siempre.
Sin ser suficiente.
Sin aplacar su odio.
Pero haciéndolos sentirse vivos de nuevo.

Vengadores.
Cazadores.


El criminalista no se hizo demasiados problemas y simplemente trazo una línea juntando las dos que delimitaban lo que supuestamente habían sido el brazo de Evelyn, no quedaba mucho, algunos fragmentos de hueso calcinado y mucha ceniza dispuesta vagamente con la forma del cuerpo. El perito de bomberos no había encontrado acelerantes pero el fuego que había consumido en parte la casona parecía haberse originado en ese sitio al pie de la escalera, la victima podría haber muerto calcinada o por acción de múltiples heridas de armas de fuego o cortantes, los proyectiles incrustados en las paredes y los cortes en el piso contaban la historia de ataques repetidos contra la mujer, si había algún rastro de sangre de ella o de los victimarios ya hacia mucho que se había volatilizado en el fuego, quizás con mas equipo o presupuesto podría haberse sacado mas en claro, pero poco interesaba, la casa ruinosa no figuraba como ocupada, pronto seria demolida y sin poder identificar el cadáver lo normal era clasificarlo de indigente.
Nadie gasta un peso en un indigente, quien fuera el culpable podría dormir tranquilo.

Hacia horas que los últimos efectivos de la ley se habían marchado, las cintas de “sitio del suceso” no pararían a nadie así que la policía se había cuidado de tapiar con madera aglomerada la entrada, solo la entrada.
Con total sutileza una forma pequeña se deslizo por uno de los alfeizares de la primera planta, con seguridad cruzo el viejo comedor y llego al pie de la escalera, por unos segundos observo la silueta femenina de tiza demarcada en el piso chamuscado, una silueta manca y sus ojos se posaron sobre algunos cabellos aun prendidos en la balaustrada de la escalera, cabellos dorados como el oro.
Destrabo la trampilla al sótano y bajo tanteando hasta que el pálido reflejo desde el recibidor se difumino en la oscuridad, solo entonces prendió la pequeña linterna y abriendo la portezuela rebusco entre las mohosas cenizas de la caldera.
La caja metálica aun estaba ahí, Garrido la abrió con ceremoniosa delicadeza, los tres pequeños tubos fueron rápidamente a su bolsillo, llenos hasta el tope de oscuro líquido, solo cuando sintió su peso contra la cadera, se digno en tomar el libro.
Una sola palabra salio de sus labios.
- Nod -.

Garrido desapareció esa noche.

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