martes, 21 de abril de 2009

Pecados imperdonables


Pecados imperdonables.
2001.



28 horas antes
El era de las calles, de bastos recursos, de acelerada astucia.
Alcurnia había tenido su madre, y fuerza, como la que el ya había empezado a demostrar, fuerza que la había llevado a sacar adelante a sus 3 pequeños a pesar de la desgracia.
De su padre nada sabia, aunque se imaginaba que buena sangre habría tenido, el era conciente de ello y le enorgullecía mas de lo que podía pensar, habían sido luchadores, guerreros, aunque fuera por servir a otros.
Si, su padre tendría cicatrices orgullosas en su cuerpo como su madre las tenia, así debía ser su padre.
El no tenia muchas, aun era casi un bebe, grande para su edad, lo suficiente para sacar partido a ello, pero aun demasiado poco para sustraerse al daño que los mayores pudieran hacerle.
Pero sobrevivía, solo, ajeno al mundo que le rodeaba, comía cuando podía, dormía donde era necesario, y miraba con esos ojos dispares, uno azul y otro café, a aquellos como el y diferentes.
Cuando la necesidad guía tu vida, te aferras a lo que tienes y aprendes a conformarte con lo que se te es entregado.
El muy bien había entendido eso y como siempre esperaba afuera del restaurant como todas las noches, acurrucado en las sombras, esperando a veces solo, a veces con otros parias, a que el cocinero al terminar el día, sacara las sobras que le daban a su cuerpo la fuerza que deseaba.
Esa noche era diferente, un hombre extraño esperaba también en las sombras al final del callejón, su figura extranjera y sus ropas amplias le parecieron en su poca familiaridad algo femeninas y vaporosas.
El hombre se mantenía inmóvil y siguió así incluso cuando los tres vehículos se detuvieron delante del local, estaba al final pero aun así debía poder oírlos.
El en cambio aunque oculto entre los cartones, podía ver gran parte de la calle y aunque sin comprender, supo de inmediato que algo extraño estaba por suceder.
No era la inusual semejanza de los autos, ni la idéntica imagen de la docena de hombres que bajaron de ellos, ni siquiera fueron las armas que al unísono aparecieron en sus manos.
Era algo especial de aquellos como el, la visión de la luz que les rodeaba, en el caso de la gente normal, aunque podía variar de colores, era siempre clara, luminosa, casi sólida.
La de los recién llegados era extraña, clara aun, pero matizada de oscuridad.
La del hombre oculto entre las sombras del callejón era aun mas extraña, casi no brillaba, era pálida, opaca, y exhibía una líneas sanguinolentas que creaban un jirón de telarañas a su alrededor.
Entonces comenzó.
El escondió la cabeza entre los cartones, el estruendo lleno las calles, y pudo sentir claramente el olor acre de la pólvora atenazando sus pulmones.
Los hombres abrieron fuego contra el restaurant.


El estruendo lleno toda la parte delantera de la propiedad, sacada de sus goznes, la maciza puerta de hierro forjado se deslizo unos metros antes de terminar sobre los cuidados jardines. Las alarmas y gritos llenaron la mansión, verdaderas hordas de guardias ghouls vestidos apresuradamente comenzaron a llenar las salidas, el sire estaba bajo ataque, alguien osaba irrumpir en su cubil.
El auto se detuvo frente a la entrada principal, los dos ghouls no se hicieron mayores problemas, simplemente soltaron una lluvia de balas sobre el, los neumáticos quedaron inutilizados, sendos agujeros trazaron líneas caprichosas en la carrocería, definitivamente había pasado a mejor vida.
Cautelosamente se acercaron.
- Era un bonito auto Braulio -.
- Shelby cobra GT500, 1969 posiblemente, una lastima -.
Mientras el tal Braulio buscaba metódicamente alguna otra seña distintiva entre los golpeados emblemas del auto, el otro guardia se asomo a la cabina.
- Esta vacío -.
- ¿Como que vacío? -.
- No hay nadie, te digo -.
- Alguien le habrá puesto un ladrillo y lo lanzaron desde la calle -.
- ¿Y doblo solo?, son 200 metros en zigzag desde la calle, no se pue… -.
El sonido venia desde el suelo, era como un leve ronroneo que comenzaba a subir de intensidad gradualmente, las luces se encendieron y el rugido del motor lleno el aire.
Primero fueron los neumáticos, espontáneamente con un ligero silbido comenzaron a inflarse, los agujeros en el metal comenzaron a cerrarse, los golpes y rayones a desaparecer.
Antes que pudieran salir de su estupor, el auto estaba como nuevo, brillaba a la luz de la luna… ellos retrocedieron…
Pareció mirarlos…
Y se les lanzo encima.
No hubo tiempo de recargar, las dos toneladas de acero de Detroit les pasaron por arriba… 3 veces.
En el sótano, con un cadáver sin cabeza por testigo, Morgan levito los cables de alta tensión y los dirigió a la salida de la maciza caja de fusibles.
Los relámpagos recorrieron los cables y cada artefacto eléctrico del complejo se fundió por la sobrecarga. En la sala de guardia, el jefe de seguridad soltó un grito y las cámaras se apagaron.
Y la pesadilla cayó sobre ellos, como si viniera de todos los lugares al mismo tiempo.


28 horas antes.
El quiso taparse las orejas, pero los sonidos llenaban probablemente varias cuadras a la redonda, era un concierto infernal, donde los atronadores tableteos de las armas automáticas se mezclaron rápidamente con gritos de terror y rabia que procedían desde el semivacío salón.
La lluvia de balas menguo con la misma celeridad como había empezado, no sin antes destrozar la fachada y posiblemente todo lo que hubiera adentro.
Los hombres recargaron y mantuvieron las armas en alto, pero ya no era su momento, era el turno de trabajar para otro.
El pudo verlo moverse, casi con desgano, el hombre extraño se incorporo y avanzo hasta la puerta trasera, aquella por donde el chef con una aparente actitud de enojo les echaba para luego con una sonrisa en el rostro darles algo con que llenar sus estómagos.
Sin producir ni un solo sonido, incluso para el, el extraño entro al restaurant, momentos después los gritos llenaron el ambiente.
Morgan podía ver parte de la escena, llevaba horas sobre la azotea, observando al Assassin acechando en las sombras del callejón varias calles mas allá, no podía verle el rostro a pesar del monstruoso aumento de la mira del Barret.
Eso no evitaba que pudiera leer bastante; las vestiduras, la forma como cada movimiento era exacto, justo, no había fallas no había roces, no habrían sonidos. El Assamita era un asesino con experiencia, un Silsila maduro, de varios cientos de años de muertes.
Morgan conocía bien a los de su clase, quizás mas tarde jugaría un poco con las capacidades de detección del Assassin antes de saludarle, seria agradable quizás saber alguna noticia de viejos amigos.
Pero antes debía asegurarse de cual era su contrato, el vampiro no estaría ahí, aguardando a la intemperie por gusto, su blanco estaba cerca y esperaría el momento oportuno.
Y el sospechaba que podía ser su blanco.
El restaurant junto al callejón era de un truhán adicto a la sangre de vástago, un tugurio algo de moda entre la escoria ejecutiva donde el alcohol, drogas y algunas cosas peores se tranzaban en total libertad.
Un refugio del sabbat.
Como todo viernes, algunos de los mas retorcidos mano negra trataban de darse algo de orden en el caos de una reunión casi inútil donde las discusiones inconexas estaban a la orden del día.
No había que ser un experto para deducir que tarde o temprano, la camarilla aprovecharía ese error para terminar de un solo golpe con varios de sus peores problemas y tomar el control de la nación vampira local. Por ello no se extraño cuando los todoterreno negros se detuvieron frente al local, tampoco cuando el ataque comenzó, estaba en primera fila para la función.


El caos llenaba la mansión, con solo algunas luces de emergencia parpadeantes, casi cada medida de seguridad con tanto ahínco preparaba resultaba inútil, y eso saltaba a la vista, gritos esporádicos y cuerpos abandonados se transformaron rápidamente en el minuto a minuto para los cada vez mas aterrorizados ghouls que espontanéame comenzaron a reunirse en el hall central.
Como rebaño en el corral.
En el centro del grupo de temblorosos esbirros, una sombra se materializo lentamente desde el piso, los guardias, de frente a la puerta principal no la descubrieron hasta que era demasiado tarde.
Con su cabeza haciéndose sólida lentamente, Morgan abrió los ojos, tenía delante de si una pared de espaldas y armas apuntando lejos, no iba a desaprovechar la oportunidad, la katana se volvió materia con un ligero brillo en su punta e inmediatamente trazo un amplio arco.
Tres ghouls fueron cortados en dos.
El pandemónium se desato en el amplio hall de la mansión, en la casi completa oscuridad, enfrentando a una sombra que se deslizaba a velocidades increíbles, con las armas quemándoles las manos de tanto disparar al vacío, los guardias ghouls del primogénito Toreador fueron cayendo uno a uno, en estertores de sangre y miembros cercenados.
Cubierto de sangre de pies a cabeza, rodeado de cadáveres, el cazador comenzó pausadamente a subir las amplias escaleras.


28 horas antes.
El podía sentir la tensión adentro, el hombre vestido de hembra parecía soltar nuevos hedores a cada sonido que hacia, temblando de miedo, aun abrumado por los sonidos y olores se acurruco aun mas, con sordos quejidos añoro a su madre por primera ves en meses, su malograda madre.
Dentro de el destrozado salón del restaurant, Zuleik sonreía, los últimos dos jadeaban ya, había sido una operación casi perfecta, los ghouls del toreador habían sido mas bien un seguro, una distracción y una forma de ablandar a los sabbat un poco, obligarlos a curarse, a gastar la preciada sangre que podrían usar en su contra.


El ghoul surgió del descanso, con una recortada en ristre no necesitaría apuntar, pero Morgan ya no estaba, se deslizo en sombra entre el barandal emergiendo detrás y materializándose con un arma en cada mano, apoyo la Dessert en la nuca del ghoul y disparo, la Magnum se elevo hacia el guardia que asomaba desde la planta superior, su cabeza exploto en un desastre de huesos y sangre.
Dante recogió con su larga lengua una de las gotas de sangre que le habían salpicado la cara he hizo una mueca de disgusto, amarga, sangre de ghoul, sin clase, un desperdicio de recursos en su opinión.
Apoyado en el amplio pasillo siguió esperando a que el cazador subiera, podía sentirlo claramente con su auspex y tenia una desagradable sensación de inquietud, había algo en ese humano que no calzaba, algo mas allá que la percepción normal del ganado, algo sobrenatural, algo erróneo.
Trato de deshacerse de tan perturbadores pensamientos, fuera como fuera, era definitivamente humano, y Dante no esperaba demasiada diversión de el.
Morgan lo percibió antes de terminar de subir las escaleras, un sonido de seda, un tintineo leve de joyas, un aroma entre frutal y amargo, con un toque de sangre.
Toreador sin duda, el segundo del dueño de casa.
Giro en el pasillo con las manos desnudas, el vampiro lo esperaba con un gesto de hastío y al parecer evidente desilusión.
No había glamour en el cazador, esperaba algo mas vanhelsinesco, tal vez un toque victoriano, alguna pizca de barroco o gótico, en cambio era una figura simple, practica, una cruza entre comando hi tech e investigador privado.
Le costo encontrar que era lo que estaba fuera de lugar, hasta que lo vio sonreír, dientes blancos, parejos, cuidadosamente cuidados, mordiendo una colilla de cigarros ligeramente sanguinolenta.
Una mueca de desprecio, insolencia, eso era lo que estaba fuera de lugar, habría esperado terror, odio insano, al menos inquietud.
El humano en cambio parecía divertido, lo miro de pies a cabezas y no pudo reprimir una risita.
Vestido de calzones perlados y chaquetilla de arabescos, el toreador adoraba ser un referente tradicional de su estirpe. Dante nunca había sentido tal insolencia, nunca su ego había sufrido tal afrenta, ningún vástago se habría atrevido a tal actitud.
Y este humano, sin gusto y clase se atrevía…
Debía morir, morir lentamente.
Los colmillos del vampiro se hundieron en sus labios, el ceño fruncido, los rasgos descompuestos. Había caído en la trampa, si habían vástagos fáciles de manipular eran los toreador, solo había que golpear donde mas le doliera, nada como herir su ego para hacerles perder el control…
Para hacerles cometer un error.
Dante hervía de furia, no razono, no recordó ni un solo pasaje de su larga historia de honorables duelos, de sangrientas cacerías.
Solo se lanzo en un único ataque, definitivo, devastador, incontrolado.
Era lo que Morgan esperaba. El abrigo abierto, la mano en la empuñadura de la katana.
Dante desafío las leyes de la física, impulsándose desde las paredes del pasillo, las garras buscando la garganta del mortal, un ataque con toda la velocidad que podía darle su celeridad.
Pero Morgan ya no estaba ahí, le esquivo a ultimo segundo, con una velocidad imposible para un humano, Dante aun estaba en el aire cuando la afilada hoja corto su costado, y aun estaba en el aire cuando trazando un caprichoso arco la espada rebano sus piernas.
Su torso se deslizo por el piso unos metros atenazado por el dolor, hasta que un pie le detuvo.
El cazador imposiblemente estaba ahora delante de el.
Dante no tuvo tiempo de enojarse consigo mismo por su error. La katana giro en circular y le rebano el cuello, la cabeza del vampiro rodó unos centímetros con aun una mueca de terror en el rostro antes de volverse cenizas.
Morgan encendió un nuevo cigarro y murmuro:
- Olé… hijo de puta -.


27 horas antes.
El temblaba y no por el frío, el extraño hombre mujer parecía llenar el salón con su presencia e incluso era como si saliera por cada resquicio y ventana rota, brisas intermitentes desde adentro lanzaban vendavales de olores hacia el callejón, sangre, pólvora, vísceras y sus contenidos, licores baratos y comida desperdiciada.
Era algo salvaje, más de lo que pudiera estar acostumbrado, más que cualquier cosa que hubiera sentido alguna vez en las calles.
El hedor de la muerte, el sonido de la destrucción.
Morgan no podía apreciar esas sensaciones, desde su posición solo tenia jirones de movimiento, fragmentos de escenas a medida que las figuras y sombras pasaban por las ventanas derruidas. El resto tenia que imaginarlo.
En su mente fue formando las acciones, ahí el Tsimitze que llamaban Pike trataba de refugiarse tras su forma de sangre, el Silsila lo golpeaba antes de terminar el proceso, un La sombra se escabullía por detrás, pero el árabe debía tener unas capacidades perceptivas bastante decentes, Morgan solo veía el brazo esgrimir la cimitarra pero podía imaginar el golpe, el La sombra no se pararía.
Era un verdadero espectáculo, Zuleik lo estaba disfrutando, era un buen día para el, un buen contrato prestamente cumplido, redituable, incluso con el poco gusto que sentía por la sangre Tsimitze, pero un buen trago no se menospreciaba.


- ¿Dante? – Alister Mcormick estaba extrañamente intranquilo, había sentido la batalla entre sus guardias y los intrusos, pero ahora percibía una sola presencia, sus sentidos le decían que era humana, pero eso era impensable, su refugio era impenetrable, tenia legiones de guardias y su propio preferido cuidaba sus habitaciones, no existía humano capaz de superar algo así… o si? - ¿Eres tú?-.
Morgan no dijo nada, simplemente irrumpió en el despacho tranquilamente, el punto rojizo de su cigarro delimitando su rostro.
- ¿Un humano? -.
- Tú chiquillo esta muerto, ya solo quedas tú – Dijo calmadamente.
- ¿Sabes quien soy? Que soy? – Lanzo todo su poder de presencia en un solo golpe, una orden terrible de sumisión inmediata – ¡Arrodíllate ante mi! -.
El humano bajo los ojos, sus piernas se doblaron ligeramente.
Alister sonrío… y entonces sintió la presión sobre su pecho.
Morgan alargo uno de sus brazos, la palma hacia delante, los dedos flexionados, los ojos semicerrados.
Alister se sintió levantado, y lanzado por los aires cayo tras el macizo escritorio de caoba.
- Tu hoy cometiste un acto que no puede ser obviado, al menos para mi, quizás no sepas que, pero serás tu el que quedes de rodillas por eso -.
El toreador estaba en shock, un mago, un mago guerrero había irrumpido en su refugio, no, era otra cosa, pero debía serlo, era la única explicación, no era de la estirpe, no era un vástago, pero su áurea tampoco mostraba otra cosa.
Su áurea decía que era humano.
- No deberías confiarte tanto… Mago, caerás en duelo -.
Alister lanzo el escritorio a un costado de la habitación, alargando el brazo tomo una espada cincelada de la pared y giro hacia el humano.
El humano le descargo sus armas casi a quemarropa, armas grandes de grueso calibre, las pesadas balas le atravesaron el pecho limpiamente, el vampiro quedo sorprendido un momento, las heridas sangraban profusamente y nuevas se agregaban a medida que los impactos seguían sumando, finalmente cesaron y las armas vacías cayeron al suelo.
Desde un rincón del inmenso despacho, el Assamita río sonoramente al ver el estupor del vástago ante la sorpresiva y poco “deportiva” jugada del cazador.
- Ahora el humano ha ajustado las cosas sire -.
Alister ardió de furia, la risa del infiel hizo hinchar las venas de su frente, la sangre fluyo y sus heridas comenzaron a cerrarse.
- Tendrá que pensar maese toreador, ya no hay suficiente sangre para usar todas sus disciplinas, deberá elegir y elegir bien, pase lo que pase tendrá que beber la sangre del humano o morirá -.
La última de las heridas no curo, Alister había recibido demasiado daño, un poco mas y estaría indefenso ante el cazador.
- Le deje otra posibilidad – Dijo morgan lanzando una mirada de complicidad al Assamita – Podría tratar de beber sangre del Alamut -.
El Assasin dio un respingo y luego su carcajada fue aun mayor.
- Eso seria digno de verse, recordare este movimiento humano, hoy he aprendido algo nuevo, Alá es grande -.
- ¡A callar perros!, te despellejare vivo mago -.

Alister hizo su fluir cada gota de sangre que le quedaba, sus músculos se llenaron de la química primordial del poder, un solo ataque de celeridad absoluta y el insolente seria suyo.
Morgan entrecerró los ojos, su vista fija en cada punto útil, las cadenas de la gran lámpara araña el techo, los cordones de las cortinas, las dos sillas Luis xv del escritorio, la alfombra persa del piso, los cables de los aparatos electrónicos.
- Vita -.
La palabra surgió en susurros de sus labios, pero no era la fuerza de su voz sino su voluntad lo que hizo surgir la chispa de los objetos, al unísono cada obstáculo posible entre el y el vástago cobro vida y se lanzo obediente contra el toreador.
Zuleik alcanzo a abrir los ojos con asombro ante el prodigio.
Alister no vio nada, concentrado en su ataque, levanto la espada, flexiono las piernas y cobro impulso.
La espada no bajo, las cadenas del pesado candelabro se enredaron en ella.
Sus piernas no alcanzaron el siguiente paso, la alfombra se recogió en sus tobillos y los cables eléctricos atenazaron sus muslos, los cordones de las cortinas enlazaron su otro brazo.
Fue una fracción de segundo, nada podía resistir el ímpetu del vampiro mas que eso, pero fue suficiente, la espada cayo a destiempo solo encontrando aire vacío, mientras el cazador haciendo una finta pasaba por su lado asestándole un demoledor corte en el cuerpo desprotegido.
Los intestinos del vampiro se deslizaron fuera de la horrorosa herida, litros de preciosa sangre derramada inútilmente, el dolor le lleno todo un costado. Alister grito y su grito fue cortado.
Morgan giro sobre su eje, la espada subió con el giro y cayo diagonalmente sobre la espalda del vástago, un nuevo corte tan espantoso como el anterior cruzo su carne.
El tercero vino desde abajo, la hoja oriental trazo un ocho a ras de piso y emergió hacia las rodillas del toreador.
Alister sintió como perdía el equilibrio, ya era una masa de dolor y el sentido amenazaba con abandonarle.
Cayo al piso, indefenso, humillado.


27 horas antes.
El olor a muerte era absoluto, llenaba el callejón y el lo podía sentir mas que cualquier cosa que hubiera olido en su vida. El hombre raro se sentía claramente entre toda esa muerte, su hedor almizclado surgía desde adentro. Se aventuro a salir tímidamente de su escondite hacia la esquina del callejón abrumado por los acontecimientos más allá de su comprensión.
Un cuarto vehiculo, uno grande había llegado, mas hombres bajaron, el primero un joven vestido extraño y con un olor que le recordó los restos de la frutería cerca del mercado, su luz era pálida, muy pálida.
El segundo era un hombre mayor, su ropa y su olor no importaban, pero su luz, su luz era pálida hasta la insania.
Era el mal, algo que no podía comprender pero que sin embargo su instinto reconocía, ese hombre estaba lleno de maldad.
Que fue lo que lo impulso fuera de su escondite, no podía saberlo, era como una furia que surgia desde el fondo de su alma, una ira primitiva surgida de tiempos olvidados, una necesidad imperiosa de hacer sentir su voz, de gritar la alarma ante el mal.
Se puso de pie e inflando sus pulmones dejo que el aire saliera de su boca.
Morgan encendió un cigarro, ya todo había terminado, lo que había alcanzado a ver era interesante, el estilo del silsila era distintivo, algo medieval sarraceno con un toque persa tardío, bastante típico en términos generales pero distinguible. Vio como salía por la puerta principal a encontrarse con los recién llegados, vástagos de alcurnia al parecer, el Assamita había cumplido su contrato.


Alister habia perdido, no tenia ya fuerzas para presentar batalla, no contra un enemigo tan sorprendentemente poderoso, pero tenia un as bajo la manga, al menos eso el creía.
- ¡Mátalo, te lo ordeno! -.
- Mi contrato fue cumplido, no recibo órdenes de ti – Respondió el asesino, y su respuesta hizo temblar al vástago caído.
- Te volveré a contratar, por el doble, el triple… -.
- Jajaja… noble Toreador, aunque juntaras la sangre de cada uno de tus chiquillos, aunque desangraras a todo tu rebaño, aunque tu clan de sodomitas y bailarines hiciera una colecta por ti no lograrías suficiente para que yo luchara contra quien creo que es -.
El assamita aliso su capa y cruzó la habitación pausadamente, justo antes de llegar a la puerta se giro y con una pequeña reverencia dijo:
- Que la paz de Alá este contigo, cazador -.
- Y que la sabiduría del viejo de la montaña te acompañe, Silsila – Respondió Morgan.
Zuleik sonrió y desapareció en la noche dejando solo una brisa helada.

Alister temblaba, una fina capa de piel se había formado en sus muslos parando la hemorragia, sin sangre era lo único que podía hacer por ahora.
- Te daré lo que pidas, riquezas inimaginables, poder, contactos, solo dime tu precio -.
- Algunas cosas no tienen precio -.
- ¡¡Que!! ¿Que puede ser tan grave como para que hagas esto, cual fue mi pecado? – Su cerebro desvarió desesperadamente repasando cada repulsiva acción a lo largo de los siglos… no, debía ser algo cercano, un adversario así no habría esperado por su venganza - ¿Acaso un amigo entre los sabbath, tal vez un la sombra, o alguna amante, quizás un ghoul? -.
La katana trazo un fino arco y el brazo izquierdo del vampiro se separo limpiamente de su hombro, el dolor inundo a Alister, quiso gritar y la sangre formo borbotones en su garganta.

- No te gastes los sesos, ninguno de tus hermanos o sirvientes valía ni el hedor que despedían, ¿Crees que gastaría mi tiempo en vengarles a ellos? -.
- Entonces un contrato, los toread… -
El brazo derecho voló un par de metros, Alister tosió algo de sangre, cada fibra nerviosa de su cuerpo ardía de dolor.

- No hay nada que tu gente pueda darme, no hay precio posible, no importan tus crímenes, los vástagos que traicionaste, los humanos que te siguieron y hundiste en tu porquería, son parte de la guerra… - Clavo la katana con un gesto de hastío en el piso, quizás un suspiro ahogado escapo de entre sus dientes - Pero ayer tuviste un acto de maldad pura, dañaste a un absoluto inocente, si tenia alguna duda que eras una criatura de la oscuridad me la disipaste… y debes pagar por eso -.

Morgan se arrodillo junto al cuerpo inútil del vástago, en su mano una pequeña estaca de roble se asomo, los ojos de Alister se abrieron por completo, algo pudo moverse, la estaca se situó justa al lado del esternón, entre dos costillas y comenzó a hundirse.
Quiso gritar y su lengua no se movió, la estaca había llegada al despojo mohoso que alguna vez fuera su corazón. Apenas sintió la mano poderosa sobre su garganta.
Morgan lo arrastro despacio hacia el balcón, casi casualmente sentó el torso desmembrado en una polvorienta reposera.
El cielo en el horizonte comenzaba a enrojecerse, Alister ya no podía temblar.
Con delicadeza el cazador saco un puñal, un pequeño kriss malayo, al salir de su funda una pequeña gota incolora brillo en su punta.
Corto desde el ápice del pabellón hasta el lóbulo, la oreja se desprendió limpiamente, la guardo en una pequeña bolsa y se sentó en la reposera contigua.
Los primeros rayos del sol comenzaron a aparecer.
Alister quería gritar y no habían sonidos en sus labios, quería correr y no podía siquiera levantarse. Moriría ahí, una ultima tortura sin sentido y se quemaría frente al terrorífico astro. Morgan levanto la bolsa y la miro a trasluz.
- Esto es lo que vine a buscar costal de huesos… quizás pueda parecer algo menor para ti, pero algunos pecados no se pueden perdonar -.
La luz del sol comenzó a descender desde el techo de la mansión, ilumino la reposera y Alister se prendió en llamas.
Con su última sinapsis recordó.

27 horas antes:
El assamita salio tranquilamente, su mentón y cuello estaban cubiertos de sangre oscura y sonreía con aguzados colmillos en una mueca de profunda satisfacción. “Criaturas desagradables, bien ganado tendría que avisara de posible diablerie a mis superiores” pensó Alister, se levanto lentamente de la limosina flanqueado de sus guardias.
El perro en el callejón comenzó a ladrar en ese momento, un ladrido ronco, rabioso, un grito de alerta incrustado en lo mas profundo de su adn, una conducta aprendida hace milenios, un acto puro de su fidelidad absoluta.
- Supongo que has cumplido assasin –
- Tal como decía mi contrato -.
- Y serás recompens… - El ladrido era ensordecedor, rompía la solemnidad de la situación – ¡Maldito animal! -.
Alister desenfundo su arma predilecta, una cincelada Beretta 9m con incrustaciones en platino, un trabajo magnifico de un armero de Praga, sin apuntar disparó, el grito de dolor canino lleno la calle, el vampiro rió, era como un giro del destino, el había mandado a matar a esos perros del Sabatt y ahora como toque especial mataba literalmente a otro perro con sus propias manos, un divertido final para el tercer acto de su obra maestra, magnifico, muy Shakespeareano.
Sin prisa se acerco al can moribundo, un ejemplar grande se dijo, de la calle o quizás no, podía ver algo de pureza de raza, pero las orejas y cola sin cortar denotaban su baja procedencia.
Hubiera preferido algo con más pedigrí.
Eso podía arreglarse, con su daga corto parte de la oreja del animal.
Un trofeo algo básico, pero con gran valor simbólico, sonriente subió a la limosina y dio la orden de partir.
Pasaron varios minutos luego que los autos se fueran, el polvo ya se había asentado y el can ya casi no gemía, en el medio del charco de sangre ya se entregaba a su muerte cuando la figura oscura al fin pudo llegar al callejón, con delicadeza tapo la herida y tomándolo entre sus brazos desapareció en las sombras.


El motor del Cobra dejo de ronronear unos instantes antes de cerrarse el portón. Morgan se soltó los arneses dejando las armas en el piso, ya después las recogería y ordenaría, paso por el laboratorio y tomo un frasco lleno hasta el tope con formalina.
Bajo despacio, evitando hacer ruido y abrió la jaula, dos ojos agradecidos se fijaron en el de inmediato, ahora brillaban con un poco mas de fuerza, reviso el vendaje y la fijación de la pata, se veían bien, el sangrado había parado y el conjunto seguía sólido, sanaría por completo.
El vendaje en la oreja también estaba limpio y seco.
- Estarás bien, no puedo hacer nada por tu oreja – Dijo el cazador – Pero te traje un souvenir para que te sientas mejor -.
Dejo el frasco sobre la jaula, Van Helsing y Abaddón se asomaron por la puerta moviendo sus colas, el viejo pastor y el monstruoso gran danés, fieles compañeros de tantos años.
- Parece que les agradas… pero para quedarte necesitaras un nombre -.
El joven rofftweiler hizo ademán de mover su cola, era fuerte, un luchador, sus ojos pronto tendrían su brillo completo, un brillo de vida, de luz.
- Hekhael… tu nombre será Hekhael -.

lunes, 20 de abril de 2009

Una carta perdida.

Mi recordado Cortros:

Mucho me ha costado el decidirme a escribir estas líneas, el temor quizás a comunicarte mis mas profundos temores, el perturbar la relativa y bien ganada tranquilidad de tu no muerte. Pero, los hechos me obligan, el peso de las evidencias que me han llevado a tan perturbadoras conclusiones.
Hemos cometido un error mi amigo, el peor de todos…
Hemos olvidado.
Hemos subestimado.
Y quizás pronto deberemos pagar el precio de nuestra arrogancia.

En estos tiempos de fortalecida oscuridad, los portentos que nos señalan el fin se multiplican mas allá de nuestros peores temores. Muchos ven a la Gehena a nuestras puertas y dudo que se equivoquen.
El fin se acerca.

Sin embargo mis investigaciones me han llevado a la certeza de que lo peor se acerca desde todos los frentes, algunos de ello insospechados para muchos.
Y es que hemos olvidado nuestra mas profunda naturaleza mas lejos de nuestras mas viejas tradiciones, hemos escondido nuestros miedos mas dañinos.
Lo hemos olvidado a él.
Los nuestros se preparan, conspiran, se alían o traicionan, se niegan o se entregan, todo ante nuestra pesadilla, ante el despertar de aquellos, la gehena, el despertar de Caín.
Sin embargo, ¿Tanto debemos temer su castigo?, ¿O no es mas que una representación de lo que realmente tememos, de algo peor?.
Hemos recordado a Caín el vampiro. Pero, hemos olvidado a Caín el hombre. Nos hemos olvidado de lo que fue y de lo que fuimos.
Hemos olvidado que también somos criaturas de él, de Dios.
Hemos olvidado el orden de las cosas, el equilibrio, escudándonos en nuestra creencia de ser el depredador.
Somos los demonios del hombre. Pero, nosotros también tenemos nuestros demonios…
Y no son los antiguos.
Ni el resto…
Si, el resto.
El resto de los parásitos.
Es verdad mi amigo, yo mismo los he visto.
He visto a los lobos correr por las llanuras acercándose a nuestros principados.
He visto a las hadas surgir desde sus mundos de sueños.
He visto a los magos doblar la realidad de la que nos creemos los amos.
He visto a los espíritus acechar los reinos de los vivos… y los no muertos.
He visto a los demonios luchar contra los ángeles.

Pero, he visto algo mas. Algo que todos ellos y nosotros hemos querido ignorar.
He visto a la presa volverse cazador.
Y he recordado.
He recordado quienes son el pueblo de Dios, quienes son sus hijos, hechos a su imagen y semejanza.
He visto el rostro de Dios…
Aparecer en los ojos del ganado.

He descubierto donde ha estado dormido todos estos milenios…
Y veo como está despertando.
En los ojos de los hombres.

La Inquisición se alza de nuevo como la espada de Damocles sobre nuestros cuellos, bajo el mando de la “dama de Hierro” su gran inquisidora Ingrid Bauer, se fortalece, crece, se contamina de nuestras mismas costumbres para alcanzarnos.
Y peor…
Entre sus devotos y el resto del rebaño, he visto surgir los vengadores, los torturados, mortales que se alzan contra nosotros, movidos por fuerzas mas allá de nuestra comprensión. Y he escuchado su nombre… los “exaltados”.

Pero eso no es todo.

He visto a los inmortales desviar sus ojos, tan antiguos como los nuestros, de unos a otros y fijarlos en nosotros.
He visto a los Lupinos unirse bajo la luz de Gaea, preparándose para asestar el golpe.
He visto a los magos practicar sus hechizos y maquinas al llamado de la magia blanca.
A las hadas listas a proteger los sueños.
Y he visto unirse a todos bajo la guía y el amparo de sus verdaderos señores.
Los “nuevos”.
Los hijos de Dios.
La humanidad.

La Gehena no será una guerra entre vástagos…
Será la gran batalla entre la luz y la oscuridad…
Y nosotros estamos del sombrío lado de los que siempre han perdido.

Recuerda que Caín será el primero de nosotros…
Pero, solo es el nieto de Dios.
El hijo de los hombres.

Ten cuidado mi amigo, ellos ya sospechan de mi existencia, ya no podré aliarme con ellos y no puedo enfrentarles, sus capacidades son superiores a cualquier cosa que hayamos visto en los demás y sus poderes superan ya a varios de aquellos mas cercanos a Caín.

Muchos han caído ya bajo su furia, algunos mucho mas viejos y poderosos que yo.

Corre la voz buen hermano, que otros sepan que la venganza del rebaño a comenzado a barrer con su justicia las tierras del sur. Y pronto se regará por el mundo.



¡Cuidado amigo, cuidado con los Jinetes del Apocalipsis, no son demonios… son hombres!…

Sammy.


Carta encontrada en el refugio de un antiguo nosferatu desaparecido en Praga, en marzo del 2000.

La creacion.

La creación.

Primero fue la nada, luego el todo. El todo desplazó a la nada y finalmente se separó en dos y en infinito.

Una parte de bien, una parte de mal.
Una parte de vida, una parte de muerte.
Una parte de inteligencia, una parte de estupidez.
Una parte de cada cosa y su contra parte.

Y las partes se unieron, y el todo formó todo lo que tiene forma y todo lo que no la tiene. Aún lo hace, las partes se unen y se separan y nuevos seres y nuevas cosas forman el todo.

Con mucho de todo lo bueno y un poco de lo malo se formó lo que conocemos como Dios, Ala o como desees llamarle, nosotros le llamaremos Dios.
Con mucho de lo malo y un poco de lo bueno se formó al que llaman el maligno.

Pero la mayoría de las cosas ni siquiera tiene nombre y la mayoría de los nombres no expresan a lo que representan.

Entonces dios formó a los hombres.
Y el equilibrio tembló.
Entonces el maligno se unió a los hombres.
Y el equilibrio volvió.

Y los hombres tuvieron hijos, y ellos hijos, y olvidaron a dios como parte de ellos.
Y de los hombres surgieron otros seres, y algunos de esos seres olvidaron a dios y algunos olvidaron al maligno.

Las criaturas se reunieron en torno a los hombres, unos buscando el bien, otros al mal.

Pero algunos seres no se diluyeron y mantuvieron su esencia del todo, poderosos, inmortales, ¿Perfectos?, En ellos residió el equilibrio, y el equilibrio fue su meta, los neutrales, arbitrando la lucha de los dos y del todo.

Ellos han mantenido el equilibrio de las cosas, apoyando al bien a veces, apoyando al mal a veces.

Solo ellos saben la verdad, solo ellos velan por evitar que alguno de los poderes prevalezca y domine al otro hasta unírsele.

Hasta volver a formar el todo.

Y el todo desaparezca y de paso a la nada.

Y todo empiece de nuevo.

La verdad de una vision diferente

La verdad de una vision diferente.

Mundo de Tinieblas es un universo complejo y extraño, basado en la capacidad de creer en cosas mas allá de nuestra realidad diaria.

Pero, como todo tiene un comienzo. Todo surge de algo mayor y común, los Garous surgen de Gaea, las hadas del ensueño, los vástagos de Caín, los Wraith de las almas de los fallecidos.

¿Pero, hay un punto en común?.

Lo hay.
Al menos en el mundo de cazadores de brujas, Jinetes del Apocalipsis.

Ese punto es la humanidad.

Los Wraith son las almas de los mortales que vagan por los mundos.
Las hadas son producto de los sueños de los hombres.
Los vástagos, de Caín, el tercer hombre, nieto de Dios.
Los Garous de Gaea, creada para albergar a los hombres.

Todos son en cierto modo parásitos de la humanidad. Y la humanidad son los hijos de Dios, sus partes constituyentes.

Entonces, ¿Dónde está Dios?.

En MdT Dios está ausente, aunque su obra se vislumbra en todos lados.
Como la de la humanidad.

Los “monstruos” son criaturas de Dios también, poderosas y superiores.
¿O no?.

Si son tan superiores, ¿Entonces porque dependen de los hombres?.

Son ellos mismos quienes inconscientemente saben la verdad.

No son superiores, son los mortales los que pueden superarlos, y lo hacen. Son los hombres los que pueden ser mas malvados que el peor de los Matusalenes y mas luminosos que la mejor de las hadas.

Sin hombres no hay sueños.
Sin hombres no hay almas.
Sin hombres no hay vitae.
Sin hombres no hay Gaea.

La mascarada Vampirica busca evitar que los vástagos sean aplastados por la fuerza de sus “recipientes”.
Es la banalidad humana la que puede destruir el ensueño.
Es el poder de los hombres el que puede devastar Gaea.

Y no podría ser de otra manera.
Son los hombres el pueblo de dios, sus hijos predilectos, los hechos a su imagen y semejanza.

Solo los hombres pueden realmente crear.

A su imagen y semejanza.

Solo los hombres pueden destruir la creación.

A su imagen y semejanza.

Solo los hombres cambian el mundo, la realidad, crean los sueños, ¡Dan vida!.

A su imagen y semejanza.

Los hombres son la respuesta del equilibrio.

La humanidad es Dios.

Desde cierto punto de vista.

Entendiendo a Dios como la manifestación del bien en el equilibrio entre luz y oscuridad.

Dios no está ausente en MdT, está dormido, encerrado bajo su propia voluntad dentro de los hombres, ajeno por ahora a la persistente inclinación de la balanza cósmica hacia el mal.

Y algún día despertará.
“Cristo está en nuestros corazones”.
“Alá está en todos”.
“A cada vida nos acercamos a Buda”.

Algún día despertará.

Muy pronto.

Las criaturas tienen razón.

El Apocalipsis se aproxima.
El fin de Arcadia y el ensueño como se conocen está cerca.
La Gehena está a las puertas.

Pero no será como imaginan.

Pensaron que Dios los olvidó y por eso olvidaron a Dios.
Y cuando recuerden será muy tarde.
Será cuando “Dios” los recuerde a ellos.

Y “Dios” ha empezado a hacerlo.

“Dios” está despertando.
Uno a uno, sus hijos aprenden su origen divino, su linaje sagrado, su naturaleza, la verdad.

Y sus hijos están aprendiendo.

Aprendiendo que son seres del equilibrio.
Aprendiendo que como “dioses” no solo pueden enfrentarse a sus demonios, a sus temores… a sus monstruos…
Pueden vencerlos.

Y lo están haciendo.

Están aprendiendo que sus pesadillas son solo eso…
Pesadillas.

Que los poderes que ellos ostentan son sus poderes, su fuerza es la de ellos.
Que Gaea les pertenece.
Que son sus sueños los que crean el ensueño.
Que la sangre corre por “Sus” venas.
Que son ellos los que dan vida, y por lo tanto tienen mas derecho a quitarla.

Que son ellos quienes crean la magia.
Que son sus almas las que vagan ignorantes.

Están aprendiendo que no son el rebaño… son los pastores.

Están aprendiendo que la Gehena está cerca…
“El día que el primero se levante y acabe con los impíos…”

Están recordando que el primero no es Caín…
Es Dios…
Son ellos.

martes, 7 de abril de 2009

Primer dia de trabajo

Primer día de trabajo.
1995.


Eran otros tiempos, los recuerdan entre brumas, tiempos de sorpresa, de asombro aun, de oscuras revelaciones de un mundo siniestro mas allá del quehacer diario.
Fue cuando recién empezaban a comprender la terrible realidad que habían ignorado toda su vida.

Tres eran en esos tiempos, tres habían sido desde el primer día, el primer encuentro con Sullivan Dane, la revelación de la verdad.
El nombre de lo odiado.
El enemigo.
Vampiros.

“Todos han sido reunidos aquí debido a sus experiencias, sus historias y preguntas, yo puedo darles la respuesta que buscan”.

Morgan Strauss de riguroso negro miraba al vacío aun con la visión ausente del que lo ha perdido todo, incluso las ganas de vivir. De contextura media y aceptablemente agraciado tenia el rostro duro del que recorre la vida con demasiado sufrimiento a cuestas. Ni siquiera recordaba bien la forma como había llegado a reunirse con estas personas. El viejo, el tal Dane había sido la primera persona en llegar al callejón donde Verónica y su hija yacían frías entre sus brazos, su primer impulso había sido saltar sobre él, pero el rostro del anciano y por sobre todo la maciza cruz de plata entre sus manos le habían detenido.

Ulises Poirot el hombre sentado a su derecha recorría el bar con ojos cansados y atentos a la vez, alto como un roble y de físico de imponente contraste a su académica forma de vestir, los años comenzaban recién a pesar sobre sus anchos hombros que llevaban también el peso de una historia que no era demasiado disímil de la de su compañero, su esposa había desaparecido hacia meses en una excavación en Egipto, con desesperación había tomado el primer avión solo para cumplir con el ingrato tramite de reconocer un cadáver carente de sangre envejecido mas allá del calor del desierto, no había ni una pequeña pista y con un derrotista sentimiento de rabia había vuelto con su cuerpo para bajar la vista avergonzado en su funeral ante sus suegros que ya no serian abuelos. El viejo religioso de la cruz de plata se le había acercado cuando ya solo quedaba el sollozando ante la lapida y había aprovechado cada duda de su mente para llevarlo a aceptar la verdad que por increíble que pareciese se le insinuaba.

Kurt Hassel, ario hasta los huesos, alto y atlético de desordenada cabellera rubia e inquisitivos ojos azules, en cambio tenia razones mas perturbadoras aun, sentado a la izquierda mantenía una expresión de constante interés, aquello le divertía, enclaustrado en una vida de comodidades no había podido encontrar el propósito para hacer algo mas útil o entretenido que vivir de las rentas de la apreciable fortuna oscura de un abuelo que hábilmente había borrado las pistas que pudieran involucrarlo con un pasado nazi que lejos de remorderle le daba orgullo, el viejo policía de la GESTAPO había desaparecido después de la guerra y se había labrado una posición acomodada cimentada en hurtos de los que ya no quedaba nadie vivo para recordar, Kurt había sido uno de los frutos de esa posición, había crecido sin necesidades, sin esfuerzos, escuchando historias de orgullosas tradiciones que debía callar ante aquellos que podían llegar a considerarlas crímenes, había aprendido a considerarlas así también, mas que por las implicancias morales que conllevan el genocidio y otros delitos, por las consecuencias que tenían en haberle creado una vida y una psiquis aparentemente sin sentido ni destino, era un guerrero, un soldado hijo de soldados, nieto de soldados y sin embargo un combatiente sin propósito ni enemigos, era en cierto modo el legado de los nazis en su familia prusiana, la falta de un honor que intuitivamente añoraba.
Sullivan le había dado esos enemigos y eso era lo único que le importaba.

Tres hombres disímiles juntos tras un Némesis común, entrenados para funcionar fusionando sus características, sus mentes, la analítica de Ulises, la táctica de Morgan y la practica de Kurt, al menos dentro de lo que un fanático sociopata podría haberlos preparado.
Poirot un pensador, arqueólogo de profesión, historiador por labor, versado en idiomas y culturas, un sabio a la vieja usanza y un cruzado de hecho, de enfrentamientos directos y honorables cargas.
Strauss un creador, medico pero también ingeniero autodidacta, un hombre capaz de desglosar la realidad a sus elementos mas básicos y así manipularlos y comprenderlos, un arquitecto de ideas, un dador de vida a seres y maquinas, y también eficiente en quitar esas vidas, un operador de las sombras, astuto y exacto.
Hassel un ejecutor, un soldado sin dudas o remordimientos, una mano certera y sin emociones, un seguidor estricto y disciplinado, una maquina que solo necesitaba objetivos para crear sus propios caminos.

No había líderes directos y sin embargo cada cual ejercía su liderazgo cuando la situación lo ameritaba. Sullivan estaba conforme, carecían a pesar de sus esfuerzos de la fe que tanto era necesaria para el, al menos en el esquivo ser superior, pero en compensación sus pensamientos de un carácter mucho mas terrenal eran quizás mas sólidos que cualquier creencia.

Ese solo había sido el comienzo del viaje.

El odio dándoles fuerzas, escondiendo, luchando contra la cordura de huir ante el peligro descubierto, de dar la espalda a los monstruos.
Los culpables.
Pero la cordura había perdido, se habían lanzado de cabeza a la venganza.

“Han sido entrenados para ello, ahora deben demostrar que están listos”.

La primera matanza debía ser simple, entre comillas. Una toreador, débil, corrupta, hedonista, ¿De generación baja quizás?. Una niña en términos vampiricos, aun contaminada de emociones humanas, aun llena del narcisismo que sus mayores ya habrían transformado en megalomaniaca psicopatía pura.
En esos tiempos había sido un reto, todo un reto para tres cazadores novatos, tres simples humanos.
Sullivan los miraba detenidamente a medida que les iba informando exhaustivamente de cada partícula de información que poseía sobre el blanco que había elegido como examen final para sus nuevos pupilos, mientras hablaba tomaba nota mental de cada gesto que denotara las emociones o falta de ellas que se manifestaban en ellos. Y lo que veía le gustaba.
Ulises contrastaba cada palabra con los viejos libros almacenados en su mente, Morgan analizaba cada arista y cada debilidad, y Kurt… Kurt escuchaba y esperaba una orden.
Morgan Strauss, Ulises Poirot, Kurt Hassel. Desconocidos, unidos por el odio hacia algo que aun no podían comprender. Sin recursos, sin experiencia, pero espantosamente deseosos de probarse a si mismos.

“Busquen ha Garrido, él tiene las respuestas”.

Luego de dos largas horas escuchando y hablando a murmullos en “Hellraiser`s”, habían tomado la vieja blazer de Kurt enfilando a la pista que se les presentaba mas sólida.

Era una fría noche de otoño, una persistente brisa marina impulsaba el incansable oleaje contra los roquerios, cruzaron la ciudad en silencio, con solo el ronroneo del motor v8 omnipresente hasta detenerse ante el oscuro conjunto de edificios bajos sobre el acantilado.
No es que el manicomio fuera especialmente imponente, demasiado alejado de la noción mas pintoresca de lo que seria el mítico Arkham con sus gruesos muros y torres, “San Salvador” era una institución mas acorde a la realidad, una serie de edificios de no mas de dos pisos unidos por laberínticos patios y rodeados por una serie de rejas y muros desvencijados, si hay algo que escapa de la lista de prioridades de cualquier país en desarrollo es ciertamente aquellos que mentalmente son ajenos a su sociedad, habían fallas y errores de seguridad por doquier, descuido en las instalaciones, falta de presupuesto gritando en cada esquina. Pero era un manicomio y aunque estuviera hipotéticamente impoluto y pintado de brillante rosa, seguiría siéndolo y eso mas que cualquier cosa parecía manchar sus paredes como una pasta gruesa y oscura inconcientemente desagradable, eminentemente inquietante, la locura era un velo que lo cubría todo, era palpable, visible y escuchable.
Kurt detuvo el todo terreno a media cuadra de la entrada principal, junto a la endeble reja una caseta mal construida albergaba a un incomodo guardia sorbiendo temblorosamente el casi consumido cigarro que minutos antes le diera el policía ligeramente obeso que conversaba con el.
- Un paco – Dice Kurt- Si tengo razón debe haber al menos otro en la sala de guardias en el pabellón principal, en este turno deben haber no mas de media docena de guardias auxiliares, sin instrucción a lo mas con servicio militar, no tienen armas de fuego pero pueden ser de problemas, la dimensión del personal profesional no se -.
- No quisiera ni saber como sabes eso – Mascullo Morgan – No debe haber mas de una o dos enfermeras a cargo, uno que otro auxiliar, médicos a esta hora es imposible, nadie trabaja por lo que paga el ministerio mas de las dos horas necesarias en la mañana como para no parecer un desgraciado sin ética -.
- ¿Están pensando en entrar por la fuerza? -.
- Bueno, no es mucha resistencia…-
- No – Morgan saca una carpeta y una bata de su maletín – Aunque no es común venir a estas horas, tampoco tienen porque sospechar nada, diré que es un favor a un amigo para una audiencia judicial mañana temprano, deberíamos poder pasar -.

Hace demasiado frío para sospechas, muy poca paga para suspicacias, y una bata blanca en ciertos lugares suele ser suficiente tarjeta de presentación, Morgan entra al complejo sin problemas, junto a el, Ulises es un abogado y Kurt el suboficial de gendarmería, típicos aunque sea a deshoras, si ellos quieren trabajar horas extras no será el guardia el que se moleste en discutírselos.
Dentro del primer pabellón una regordeta enfermera se arrima hasta casi la negligencia a una oxidada estufa de parafina, no hace preguntas, se remite a apuntar a un armario de fichas y señalarle una dirección, Morgan se toma unos minutos para revisar la carpeta.
Alfonso Garrido, 37 años, esquizofrenia paranoica avanzada. Recluido desde el 92, dos intentos de fuga, uno exitoso, desapareció 3 días y volvió.
Por si solo.
Tampoco era muy posible que lo hubieran buscado mucho.
Atraviesan un patio mal iluminado hacia el macizo edificio de dos pisos, pabellón central, sección de recluidos judiciales y dementes peligrosos o todas las anteriores.
La celda acolchonada, la camisa blanca con sus correas.
En la boca de la locura, como diría Carpenter.
Garrido, un tipo bajo y desgreñado, les sonríe desde su rincón, en sus ojos la insania baila imperturbable. El cabello desordenado, los ojos huidizos, una prominente nariz aguileña dominando el rostro anguloso.

- Extrañas horas para una evaluación – Dice arrastrando las silabas.
- No estamos acá para eso, buscamos información mas allá de tus locuras -.
- Sabemos que tú tienes información sobre Evelyn Steffens -.
- Ah, hermosa ella es – Se demora una fracción de segundo, el tono parece forzado, Morgan casi puede ver las frenéticas sinapsis recorriendo los lóbulos de su cerebro, recuerdos emergiendo potentes desde insondables abismos.
- Eso no nos interesa – Ulises comienza a perder la paciencia - ¿Quien es, donde está?-.
- Loco soy… pero, no estúpido – Entorna los ojos, se revuelve en su rincón – Ella podría matarme si dijera algo, si supiera que aun vivo. ¿Por qué creen que vine aquí en primer lugar? -.
- Pagaremos por la información -.
- ¿Qué hay que pudieran darme? – La incomodidad crece en su postura, no es solo el dolor sordo de la camisa ajustada, es algo mas profundo – No hay beneficio en jugar con ellos, son fuerzas que preferirían desconocer -.
- Les conocemos y no les tememos -.
- Deberían -.
- Para terminar como tu, tembloroso en tu rincón, rumiando fantasías de revancha, de poder -.
- ¿Que puedes saber tu sobre lo que pienso? – Garrido comienza a desesperarse, sus manos se retuercen bajo la camisa, una gota de sudor asoma en su frente – Lo que temo -.

Morgan ahoga una sonrisa, lo tiene, ha mordido el anzuelo, los neurotransmisores comienzan a fluir desde la pituitaria, la adrenalina abandona las suprarrenales, el estado de vigilia de Garrido mejora visiblemente a medida que sus músculos se contraen en impotencia.

- Veo tu temor, tu odio, puedo ver como en tu mente vuelves a sentir su aroma, a sentir sus ojos sondeándote la mente, haciendo latir tu corazón, los medicamentos no pueden suprimir eso por completo no? -.
- He vivido como animal demasiado tiempo -.
- Escondido en tu guarida – Ulises ha entendido la manipulación de Morgan, usa su tono mas neutro y paternal para unirse a la conversación - Temblando ante el temor de verlos aparecer en la ventana -.
- Jajaja, he desaparecido, muerto, no pueden encontrarme -.
- Nosotros te encontramos -.
- Ellos también están muertos y sabes perfectamente que eso no los detiene en nada -.
- Te encontraran, vendrán por ti -.
- Volverán a jugar contigo, te romperán de nuevo -.
- Como el zorro saca al conejo de su guarida, te arrastraran a su mundo nuevamente -.
- ¡Nooo!! – Sus dientes aprietan sus labios hasta hacerlos sangrar – Destruyo todo lo que era, , yo era un genio, un visionario, jugué con poderes y conocimientos mas allá de la comprensión, creí que ella me ayudaría, que me abriría puertas ocultas y solo se rió, me degrado, me humilló, me hizo refugiarme aquí hasta que ya no tuve como salir -.
- ¿Quieres saber entonces que te ofrecemos? -.
- La libertad, la venganza -.
- ¿Venganza… contra ella?... no hay tal cosa, yo con todo mi saber falle en eso – Volvió a enrollarse en el rincón - No puedes manipularla, lo intente, pensé que podía usarla -.
- Pero ella te uso – No hacia falta ser un erudito para ver el deseo en Garrido, Morgan podía vislumbrarlo claramente, mas allá de lo sexual, un deseo de poder, había esperado el abrazo, había rogado, quizás hecho acciones imperdonables por la promesa de eternidad y cuando no fue útil fue desechado.

Quizás en un ultimo momento Garrido había comprendido que su vida ya no valía, que la vampiro en vez de devolver su juguete al baúl simplemente lo partiría en dos y lo echaría a la basura, había escapado, corrido hacia las sombras a desaparecer en el primer agujero que podía encontrar.
Mas que lo que el orate pudiera decirle, Morgan ya se había hecho una idea de su enemiga, Evelyn era básica, narcisista, descuidada, otro vástago habría terminado el trabajo, no habría dejado un humano vivo que podía delatarle, ella no, se había contentado con asumir que Garrido no viviría o no seria amenaza.
Dane había elegido cuidadosamente a la primera presa.

- Nosotros no fallaremos, no tememos como tu, tu danos tu conocimiento y estarás libre, podrás dormir en paz -.
- No vamos a manipularla, simplemente le meteremos una estaca en el pecho y una antorcha en el culo – Dijo Kurt con una sugerente mueca.
- Y morirán intentándolo… - Garrido comenzaba a sobre excitarse, cualquier rastro de medicamento había abandonado su sistema, Morgan no había pensado en la táctica del policía bueno policía malo, en cambio tenia al bueno, el serio y el bestia… y parecía servir – Pero antes los hará hablar, y le dirán donde estoy! -.
- Entonces no estés acá – Morgan saco pausadamente el cuchillo y lo enterró frente a Garrido – Huye, desaparece donde ella no podrá encontrarte, quizás sea tu ultima oportunidad, úsanos como tu distracción, tal vez podamos herirla, al menos la demoraremos, tendrás el tiempo para al fin desaparecer -.

Garrido era profundamente egocéntrico, Morgan le estaba dando la sensación de tener el poder, la dirección, no tardo en asumir la idea como propia, si, el usaría a estos tipos, que fueran contra ella si querían, que murieran, mientras el podía al fin librarse de su martirio.
Morgan retrocedió unos pasos, Garrido tenia la vista fija en el puñal, sus ojos brillaron y esbozo una sonrisa.

- Evelyn es una toreador, clan de mamones y hedonistas, tiene manía por la música y la danza, mientras mas exótica mejor, y por los hombres, inocentes, estupidos, le gusta fingir que es casta, una pueblerina encandilada por la ciudad, una presa fácil para el conquistador de fin de semana, frágil, pura, los engatusa con su virginal estampa y cuando los tiene atontados los deslumbra con un aparente explosión de sensualidad, los desarma por completo, los hace arder en deseo -.
- Los hace pensar que han encontrado a la chica perfecta -.
- Una dama en la sala, una puta en la cama -.
- Entonces se destapa y mete en escena a sus niños, tiene a dos, ghouls creo que los llaman, mitad hombres mitad abominaciones, Sasha y Dalila, un ruso gigante y una gitana, hermosos y leales hasta la insania, Evelyn te hace creer que la controlan y pervierten, algunos sueñan en salvarla, otros simplemente en encamarse con los tres, pero todos caen, eso es lo que busca, le gusta la sangre caliente saben, muy caliente y dulce, no le basta con el deseo, ella quiere que te enamores -.
- Eso no tiene mucho de novedad, es bastante Anne Rice -.
- Una necesidad de serotonina, posiblemente ocitocina y testosterona, sabemos que los ventrue tienen necesidades químicas especificas, resulta lógico que otros desarrollen un gusto especial por ciertas combinaciones hormonales sanguíneas -.
- Morgan, a la mina le gusta el webeo nada más -.
- Los subestimaran como todos, Dalila por si sola te puede volar la tapa de los sesos, sus ojos de almendra te secan la mente, pero si se enoja es salvaje, Sasha es de lo peor, disfruta el dolor ajeno aun mas que su ama, no se detiene nunca no importa si es hombre o animal necesita tener un ultimo suspiro en sus oídos constantemente -.
- ¿Donde podemos encontrarlos? -.
- Busca el lugar de moda, donde abunde la música rara y los muchachos jóvenes, de buen nivel, sanos y ansiosos -.
- Eso no restringe mucho nuestra búsqueda -.
- ¿Crees que me mantengo al día de los panoramas universitarios acá? – Poco a poco casi sin darse cuenta Garrido se acercaba hipnotizado al cuchillo – La reconocerán de inmediato, blanca como la nieve, menuda y perfecta, el cabello dorado y los ojos verdes, grandes y profundos, le encanta parecer una chica de colegio de monjas -.
- Mata a la porrista y salva al mundo -.

Morgan levanto el cuchillo y lo hizo bailar entre tus dedos.

- Me lo he ganado – Dijo Garrido con un dejo de desesperación en su voz.
- Así es – Cortó ligeramente una de las mangas de la camisa, lo suficiente para que Garrido pudiera tomar con la punta de los dedos el arma – De ti dependerá huir, no ahora, esperaras hasta que sea el momento, no querrás que las sospechas recaigan hacia nosotros y que así lleguen a ti -.
- Un día mas no me matara, mañana cuando llegue la noche huiré, espero que ustedes cumplan su parte y mueran siendo útiles -.

Ulises llamo al celador y salieron de la habitación, al final del pasillo otro enfermo ahogo un grito.
- Renfield esta vivo – Dijo Morgan.
- No es de extrañar que nos encontremos con estos especimenes, son necesarios para los vástagos, humanos, débiles, deseosos de poder buscando una salida fácil a sus limitaciones, son presas obvias, útiles a la mascarada y desechables -.
- ¿Caeremos nosotros en esa clasificación? – Pregunto con desgano Kurt.

Ulises sonrió, hacia un tiempo que el buen profesor que había en el había desaparecido.
- Deja que ellos juzguen si es así -.

Decir que descansaron ese día seria exagerar, unas cuantas llamadas e investigación en línea bastaron para reducir la lista de antros a solo un par, Evelyn gustaba de rodearse del ganado, le restaba competencia pero también seguridad, si estaba donde creían estaría sola, sin mas vástagos que pudieran ayudarla.
Durmieron si, pero mas por obligación y entre la constante repetición de preparativos, no contaban con demasiado, los exiguos recursos y las fuertes regulaciones estatales los había obligado a contar con un arsenal bastante reducido, escopetas de caza modificadas, algunas armas cortas, un viejo Law desaparecido de carrizal bajo daban el poder de fuego, unos machetes y la poco confiable katana de Morgan serian los encargados de acabar el trabajo.
Al anochecer se pusieron en marcha, cargaron el armamento que no podían llevar encima en la Blazer y nerviosos llegaron al primer local, un primer reconocimiento fue infructuoso, frustrados enfilaron al siguiente.
Era pasada la medianoche cuando llegaron al club, Morgan fue el buscador, por 15 minutos recorrió el local hasta encontrarla, menuda, hermosa, cabellos dorados cayendo gracilmente sobre sus hombros, artísticamente dispuestos como si quisieran separarse en inocentes trenzas, blusa clara con un escote que mas que mostrar sugería, minifalda con un ligero toque escoses y botas de talle alto.
Tal como dijo Garrido, una colegiala inocente.
No es que fuera la única, pero no había otra tan interesante y tan cerca de la pareja que casi con insolencia no le perdía pista.
El alto y fornido, un spetnaz ruso sacado de sangrientas campañas como la de Afganistán, de rostro cortado en roca y ojos malignos.
Ella una belleza exótica, de formas perfectas y felinas, cabello oscuro casualmente desordenado con ojos de insondable y triste profundidad, almendrados y enmarcados en largas y rizadas pestañas.
Los habían encontrado.

Morgan se escabullo hasta el backstage, en el callejón los demás lo esperaban, entraron armados, preparados, mentalizados.
Ulises se sentó en una mesa oscura a solo metros de la vampiro, listo para intervenir.
Morgan en el balcón del VIP tenía tiro si era necesario.
Kurt…
Kurt era la carnada.
Avanzo decididamente hacia ella, un empujón basto para abrirse camino entre dos chicos que discutían de política, no reaccionaron, demasiado grande demasiado hostil. Una mirada basto también para que el chico delgado junto a ella se diera a la fuga. Ella le dedico una larga mirada apreciando cada rasgo.
Le gusto lo que vio.
Kurt se sentó despreocupadamente a su lado, que le dijo seria algo que poco interesaba a Morgan y Ulises, pero dio resultado, ella comenzó a reír y a coquetear con candidos ademanes.
“La cosa pinta bien”, pensó Ulises, tratando de mantenerse en las sombras, estaba fuera de lugar, demasiado viejo, demasiado formal, degusto lentamente su whisky mientras no perdía gesto de la conversación entre la pareja.
Morgan estaba mas preocupado, luchaba constantemente por mantener las armas ocultas usando una incomoda posición, pero peor aun, había descubierto que la gitana le miraba, con una insistencia molesta e inquisitiva.
Dalila no le gustaba del todo ser la marioneta de Evelyn, así había sido los últimos 8 años, años de soportar las manías de su señora, la amaba profundamente y era feliz satisfaciendo sus deseos, al menos eso sentía la mayor parte del tiempo, pero necesitaba algo mas, necesitaba cazar de vez en cuando, pero sus gustos de presas eran diferentes, le asqueaban los hijos de papi rebosantes de hormonas que constituían la merienda para Steffens, esos chiquillos llorones que rogaban por amor solo para recibir un mordisco.
Dalila prefería los hombres, oscuros, complejos, fuertes de espíritu, necesitaba emoción, tal vez incluso algo de rechazo al principio. Algo que pocas veces se le presentaba.
Esta vez esa oportunidad tocaba su puerta. No podía quitarle los ojos de encima al tipo parado en el balcón, había algo en el que exudaba seguridad y conflicto, tristeza, inteligencia.
Se levanto lentamente, con cada cuidado movimiento resaltando su sensualidad, delicadamente se apoya en la baranda a un costado de Morgan.
- Buscando jovencitas -.
- ¿Tan viejo me veo? -.
- Para nada, pero resaltas ante tanto niñato idiota -.
- Supongo que podría tomar eso como un cumplido -.
- Deberías -.
Ella le alargo graciosamente la mano mientras se acercaba a su oído.
- Me llamo Dalila, como la de la Biblia -.
- Nombre exótico, extraño en tu caso -.
- ¿Extraño? -.
- Dalila fue la mujer que hizo caer en desgracia a Sansón, manipuladora y hedonista, un trasfondo poco normal a resaltar entre tu gente, Zingara -.
- ¿Conoces a mi pueblo? -.
- Mi padre conoció a muchos de tus príncipes, compartió muchas veces sus tiendas, más de algún California lo llamo hermano -.
- Me impresionas, sabes mucho más de mí que yo de ti -.
- Solo veo lo que hay que ver, no es difícil ver el rostro de tu gente en ti -.
- ¿Y que más ves? -.
Morgan desvió los ojos, el cabello, la blancura de la piel, el aroma, hacia mucho tiempo que algo no le recordaba tanto a verónica.
- Soledad, vacío, quizás un poco de vergüenza -.
Dalila se sobresalto visiblemente, las palabras le habían llegado a un rincón de su corazón que hacia mucho había dejado de sentir.
- ¿Cómo puedes ver esas cosas? -.
- Tus ojos, son tristes, brillan con furia apagada, la furia del que no tiene una razón buena para sentir orgullo -.
- Tengo muchas razones para ser orgullosa – La frase la quemo por dentro, era una mentira, una de las que dolía decir.
- ¿De verdad?, ¿Alguna que te haga ver los rostros de la gente, o de tu pueblo con la frente en alto? -.
- ¿Qué puedes saber tú de ello? -.
- Se mucho de orgullo y dolor, Zingara -.

Dalila se hundió en dolorosos recuerdos, la tienda de su padre, la vieja camioneta ford que tantas veces manejo a espaldas de su familia, símbolo de una libertad que deseaba con toda su alma, libertad que aun no conseguía, había abandonado lo que amaba, la sabiduría de su padre, la ternura de su madre, la calma presencia de la abuela, sus hermanos y hermanas siempre dispuestos a protegerse unos a otros a vivir por su pueblo, orgulloso de su forma de vida feliz y libre. Libertad era justamente lo que no había encontrado, la danza que llenaba su corazón la había llevado a Evelyn, creía que con ella escaparía a la familia que creía que la asfixiaba, y solo había encontrado una prisión peor, una jaula de oro mas opresiva aun que su pueblo, una prisión de maldad.
Dalila trato de alejar esos pensamientos, de borrarlos de su mente, para cuando abrió los ojos de nuevo, sentía una calidez especial que hace mucho no sentía, una sensación de seguridad olvidada.
Ella tenía la cabeza en el hombro de Morgan.

Sasha comenzó a aburrirse, su ama estaba en medio de su juego y para peor Dalila parecía un maldito poodle moviéndole la cola a un extraño, el en cambio sorbiendo vodka francés con una porquería de jugo de limón intomable. Vodka francés! Ni en el peor campo de batalla se había rebajado tanto.
Entonces lo vio, el juguete de su ama estaba tomándose atribuciones demasiado rápido, no sabia si ella estaba divertida o ya se estaba hartando de el juego, solo podía ver la mano de Kurt bajo la falda de ella.
“Ella no se enojara si apuro un poco la cena” se dijo, dejo el vodka a medio terminar en la barra y se dirigió directamente a la pareja.
- ¡Te estas metiendo con mi prima!, eso no lo tolero -.
- Calma chico, no te metas donde no te llaman – Kurt no se altero, esperaba el siguiente acto del show.
- Sasha no le hagas daño, solo conversábamos – Evelyn, no esperaba la intromisión tan pronto, pero tampoco era tan a deshora, el hambre ya se le manifestaba y el chico a su lado parecia estar listo, así que decide actuar su parte de sumisa pueblerina sin demora.
- Escucha a tu prima Sasha – Kurt tiene experiencia en cabrear tipos, su sonrisa es de una acidez especialmente toxica.
- No lo alteres Kurt, es muy violento, mejor me voy con el -.
- Nahh, la chica esta conmigo ruso, no necesita tu protección – Kurt se levanta artísticamente fingiendo algo de embriaguez pero elevando su gran cuerpo.
- Alemán patético, yo digo con quien esta mi prima – El ruso no se queda atrás y lo encara directamente.
- Ah si? ¿Quieres discutirlo afuera comunista?-.

Sasha se gira y con un ademán hacia Kurt comienza a bajar la escalera, lanza una mirada a Dalila pero esta no parece estar atenta, “Mal, la señora la reprenderá mas tarde”.
Kurt sonriente sigue al ruso, su mirada se cruza con Morgan, mas adelante Ulises ya esta bajando hacia la pista de baile desde la otra escalera.
Evelyn espera algunos segundos, y con falsa cara de preocupación enfila también a la salida, el hambre le atenaza las entrañas y no tiene nada mas en mente, ni siquiera donde esta su sirvienta.
Ulises se cruza con Kurt metros antes de la entrada, la recortada cambia de manos rápidamente hundiéndose en el abrigo del alemán. Pero no encaja en el gancho, se le resbala de sus manos y con estrépito el cañón golpea el piso de baldosas.
Sasha lo ve, sus ojos y los de varios presentes se agrandan de asombro.
El plan se va al carajo.
Kurt le abre un forado del porte de un puño al ghoul con su escopeta.
En la puerta, frente a todos.
Gente en pánico, la aguja del mezclador rasga un disco cuando el dj en huida golpea la consola, la música se detiene y solo se escuchan los gritos.

Ulises gira 180 grados, Evelyn esta atónita, hay un buen espacio vacío entre ellos, la vieja 45 se materializa en las manos del cazador, ella no comprende hasta que las primeras balas le alcanzan, Poirot le vacía el cargador completo, otro ya esta en su otra mano.
La blusa clara se oscurece rápidamente, media docena de impactos queman su pecho, no sabe que hacer, frente a ella el cazador recarga su arma, el miedo, terror puro la invade…
Y corre.

Dalila ve el resplandor de reojo, aun no fija bien la vista cuando ve caer a Sasha en la entrada, a escasos metros abajo, su señora suelta un grito gutural, en cámara lenta ve el hombre disparando contra su ama.
Gira, sus músculos se tensan, se toma del barandal para saltar cuando siente la mano de el sobre el hombro.
“No es momento para machismos, no necesito ser protegida” alcanza a pensar, gira para empujar al tipo a su lado…
Y una garra poderosa se cierra en su cuello.
- Perro insolent… -.
Sus pies se separan del piso, por una fracción de segundo lo ve, su cara se acerca, un rostro calcáreo, una mueca de odio tan absoluto que le hiela de temor cada célula de su cuerpo, una mirada que la hunde mas allá del temor animal mas primitivo.
“Son los ojos de la muerte”.
Morgan la estrella contra una pared, algo cruje entre las costillas de la chica, ella lucha por soltarse de la prisión en su garganta y entonces levantada otra vez cae sobre la barra, es arrastrada a través de los abandonados licores, para terminar como muñeca de trapo contra la caja registradora.
El grito le surge desde lo profundo de su ser, rabia, dolor, lagrimas, su cuerpo le duele como no le ha dolido en décadas, sus dientes se astillan de la presión de la furia, la sangre de su ama le quema las arterias.
Dalila salta sobre la barra, lo encontrara donde sea que se haya escondido, lo matara sin misericordia, oh! rogara por morir rápido.
El salón vip vacío, con los muebles desparramados y los últimos comensales en desesperada huida, enmarcan la figura oscura de espaldas al balcón.
La espera.
El no rogara, no se esconderá,
El esta aquí para matarla.

Evelyn se desespera, corre buscando una salida, comienza a subir las escaleras cuando otra ráfaga le estalla al costado, Ulises se toma un poco mas de tiempo en apuntar, sus tiros trazan dolorosos surcos en su carne.
Kurt golpea al único guardia que se le ha interpuesto rompiéndole la nariz hasta el punto de la no reconstrucción, la estampida casi termina y puede ver a la vampiro corriendo hacia el vip, la escopeta rugue de nuevo y un gran trozo de mampostería incrusta astillas en Evelyn.

Dalila se lanza al ataque, la botella en su mano surca el aire en una elipse casi perfecta hacia el rostro del cazador, pero este no esta, flexiona las piernas y la golpea con toda la fuerza de su cuerpo, el esternon de ella cruje, el aire escapa de sus pulmones con un quejido sordo.
En rápida sucesión Morgan la golpea, metódicamente, su puño se hunde en la garganta, la traquea se resiente y se obstruye, el otro le da bajo la axila, dos costillas mas se astillan, ella se dobla sobre su abdomen, la rodilla de el la golpea entre los pechos y su codo hace estallar olas de dolor desde su nuca.
Dalila cae, no puede respirar, sus pulmones arden desde adentro y su cuello parece una masa contraída atenazando su garganta.
Va a morir, puede sentirlo, el soplo de la vida se escapa indefectiblemente de entre su cuerpo y la sombra del cazador es una mortaja asfixiante que la rodea.
Morgan se abre el abrigo, sus dedos se cierran sobre la empuñadura gastada de la katana y lentamente la hoja sale a la luz.

Evelyn aparece por un costado de la barra, escucha el chirrido del metal antes de ver la espada, Morgan también la escucha y gira con la espada ya desenvainada en la mano.
La ve tirada, su querida sirviente de tanto tiempo vencida, probablemente muerta, el miedo la roe por dentro, las paredes del salón parecen cerrarse sobre ella, solo piensa en huir, en salvar su no vida.
Evelyn salta sobre la barra, corre y se impulsa hacia el balcón, es un salto imposible para un humano, difícil aun para un vampiro, pero la celeridad le da el delta necesario.
Morgan flexiona las piernas, la katana traza un ligero arco y queda en posición, cortara la trayectoria de la vástago justo antes de caer desde el balcón, en el momento indicado ordena a sus músculos a soltarse, un latigazo de adrenalina controlado, la katana corta el aire y se hunde en Evelyn…
Solo unos centímetros, Morgan cae con una rodilla a tierra, las uñas de Dalila se incrustan en su pierna.

Evelyn vuela por sobre el balcón hacia la pista de baile, el corte no es profundo y apenas suelta algunas gotas de preciada sangre, nada que un buena cena y algo de descanso en su refugio no puedan curar, que esos humanos traten de alcanzarla, que salten desde ahí si quieren, son lentos y débiles, ella escapara, lo sabe, lo lograra, hasta que ve las llamaradas debajo.
Ulises destroza uno de sus brazos, las balas de la 45 rompen huesos y cortan tendones.
Kurt le arranca un gran trozo de su cadera, los jirones de la falda escocesa se desprenden.
Los impactos rompen su trayectoria, su cuerpo cae sobre el escenario entre varias mesas y parlantes, hay chispas y crujidos por todo el local, el telón se desploma y con el los reflectores.

Morgan gira las piernas, las uñas le dejan grandes surcos en la pantorrilla pero la muñeca de ella se rompe, la katana cae sin demasiada fuerza y abre una gran herida en el costado de la ghoul.
Ha sido el último esfuerzo de Dalila, la oscuridad cae sobre ella.
Morgan a su lado, delicadamente mueve uno de sus cabellos oscuros sobre los ojos almendrados, las membranas palidecen, la anemia que hace su aparición, la sangre escapa por sus heridas y con ella la vida.
- Tú elegiste tu camino… hace muchos años -.

Ulises y Kurt se separan, Evelyn esta ahí, escondida entre las masas de muebles, cortinajes y demases, el local esta en silencio solo alumbrado por algunas solitarias luces parpadeantes, la tensión es palpable, la sorpresa se ha esfumado, la presa contraatacará.

Poirot le hace una seña, Morgan no sabe como pero entiende la genialidad de Ulises, se escabulle entre el vip y llega a la cabina de controles.
Evelyn lanza su auspex, puede sentir los latidos de los dos hombres, el tercer esta lejos, el salón esta en penumbras, tiene la ventaja.
Con sobrehumana velocidad surge de entre los escombros, los ojos encendidos percibiendo perfectamente cada sombra, cada detalle, los oídos atentos a cada murmullo, el olfato llenándole de el olor de los mortales.
Están a su merced, se alimentara de ellos, pagaron con dolor y muerte su audacia.
Los reflectores se encienden al unísono, los parlantes estallan en tonos bajos y agudos, Morgan sube los volúmenes de la mezcladora con furia mientras un insistente zumbido comienza a llenarle la cabeza.
Para Evelyn es espantoso, con todos sus sentidos aguzados es un golpe terrible, cada decibel golpea sus tímpanos, cada resplandor quema sus retinas, esta en el aire cuando ocurre, cae rápidamente al piso, antes de tocar el suelo los estallidos la alcanzan, una y otra vez las balas la golpean.
Cada fibra de la vampiro grita de dolor, se arrastra por la pista de baile, los dos cazadores aprietan el gatillo sin descanso, es un ajusticiamiento.
Morgan baja los controles a niveles tolerables y hecha a correr hacia la pista.
Kurt recarga, Ulises saca el cuchillo con la otra mano mientras continua disparando, Evelyn se sacude a cada impacto.
Saca un ultimo aliento de poder, un estallido de celeridad final, corre, con sus postreras esperanzas a cuestas.

Evelyn Stephens salta por una ventana, ha visto la muerte en ojos de dementes y huye sin saber por que.

Los cazadores echan a correr hacia la salida, Kurt el más rápido toma el volante mientras los demás se lanzan dentro. La destartalada Blazer de Kurt ruge en las calles en descontrolada carrera, los autos colisionan detrás a medida que se saltan una tras otra las luces rojas de la ancha avenida.
Ulises dispara como poseso, mientras Kurt destroza sus músculos tratando de controlar el pesado vehiculo.
Morgan suelta los seguros del “Law”, el único, comprado con exiguos ahorros, guardado para una ocasión especial… inútil.
El cohete se estrella mas allá, un compacto Lada azul pasa a mejor vida y los vidrios de la blazer también.
Evelyn corre indemne con la camioneta sin control detrás. La sangre se acaba a cada segundo, no podrá mantener el ritmo mucho tiempo.
La siguen hasta la vieja mansión, ruinosa, ajena entre las tiendas y boutiques.
Ella atraviesa la puerta de viejo roble, gastada por décadas de abandono, la desesperación la inunda, su refugio no es suficiente, esta sola con el vago consuelo de estar en su territorio.
No sabe porque sube, solo quiere esconderse, que la sensación de impotencia desaparezca, son humanos, humanos, por Caín! Esto no puede sucederle a ella, a vivido mucho, a sobrevivido mucho.
Se tropieza en el ultimo escalón cayendo de bruces en el pasillo del segundo piso, los escucha, entran por la puerta despacio, atentos, la encontraran. Esta atrapada.
Kurt avanza adelante con la escopeta en ristre, Ulises lo detiene, hay un rastro claro en el piso a la luz de la luna que entra por el gran tragaluz sobre la desvencijada lámpara del salón.

- Arriba -.

Evelyn tiembla.
Lentamente comienzan a subir, agolpándose ante la necesidad de terminar, es el fin, solo un poco más y habrán cumplido.
Lo cierto es que por poco no lo cuentan, gracias a su propia estupidez.
Ridículos, confiados, hinchados de odio y orgullo, con las manos crispadas en las armas de segunda selección, usadas, compradas a módico precio.
Evelyn esta en el descanso, las garras surgen de sus dedos, sus colmillos asoman de su boca entreabierta y un siseo aterrador llena la mansión.
Kurt trastabilla de horror, Morgan siente como sus piernas flaquean. Ulises entorna los ojos, su mirada se ha vuelto borrosa mientras escucha en su mente una dulce voz que le advierte “Presencia amor, no mires”.
Evelyn cae sobre Kurt, este rueda hacia abajo, con certero movimiento Ulises lo esquiva, Morgan no tiene tanta suerte.
La vástago pasa por encima, Ulises logra tomarla de un tobillo, ella se desploma escaleras abajo. Kurt se lanza sobre una de sus piernas, Morgan empala una de sus garras, Ulises deja caer sus 90 kilos sobre su pecho.
A gatas, de rodillas, encima de ella, la ultimaron. Ya no hay fuerzas para morder, no hay garras para arañar, no hay sangre para vivir.
Las pistolas disparando a quemarropa, los cuchillos enterrándose en la carne sin vida una y otra vez.

No fue muy elegante, tampoco muy efectivo.
Casi los mata a todos.
Pero lo hicieron, amalgamado con la sangre de los tres, el polvo que era ella se quedaría en el piso para siempre.
Sin ser suficiente.
Sin aplacar su odio.
Pero haciéndolos sentirse vivos de nuevo.

Vengadores.
Cazadores.


El criminalista no se hizo demasiados problemas y simplemente trazo una línea juntando las dos que delimitaban lo que supuestamente habían sido el brazo de Evelyn, no quedaba mucho, algunos fragmentos de hueso calcinado y mucha ceniza dispuesta vagamente con la forma del cuerpo. El perito de bomberos no había encontrado acelerantes pero el fuego que había consumido en parte la casona parecía haberse originado en ese sitio al pie de la escalera, la victima podría haber muerto calcinada o por acción de múltiples heridas de armas de fuego o cortantes, los proyectiles incrustados en las paredes y los cortes en el piso contaban la historia de ataques repetidos contra la mujer, si había algún rastro de sangre de ella o de los victimarios ya hacia mucho que se había volatilizado en el fuego, quizás con mas equipo o presupuesto podría haberse sacado mas en claro, pero poco interesaba, la casa ruinosa no figuraba como ocupada, pronto seria demolida y sin poder identificar el cadáver lo normal era clasificarlo de indigente.
Nadie gasta un peso en un indigente, quien fuera el culpable podría dormir tranquilo.

Hacia horas que los últimos efectivos de la ley se habían marchado, las cintas de “sitio del suceso” no pararían a nadie así que la policía se había cuidado de tapiar con madera aglomerada la entrada, solo la entrada.
Con total sutileza una forma pequeña se deslizo por uno de los alfeizares de la primera planta, con seguridad cruzo el viejo comedor y llego al pie de la escalera, por unos segundos observo la silueta femenina de tiza demarcada en el piso chamuscado, una silueta manca y sus ojos se posaron sobre algunos cabellos aun prendidos en la balaustrada de la escalera, cabellos dorados como el oro.
Destrabo la trampilla al sótano y bajo tanteando hasta que el pálido reflejo desde el recibidor se difumino en la oscuridad, solo entonces prendió la pequeña linterna y abriendo la portezuela rebusco entre las mohosas cenizas de la caldera.
La caja metálica aun estaba ahí, Garrido la abrió con ceremoniosa delicadeza, los tres pequeños tubos fueron rápidamente a su bolsillo, llenos hasta el tope de oscuro líquido, solo cuando sintió su peso contra la cadera, se digno en tomar el libro.
Una sola palabra salio de sus labios.
- Nod -.

Garrido desapareció esa noche.

lunes, 6 de abril de 2009

Los Cazadores: Javier

Javier.
2002



Trazos y pinceladas, rojo por aquí, azul por allá. Rojo por el odio, azul por la desconsuelo.
“The Cure” suena depresivo, suena triste, suena… a “the cure”, con la voz de smith saliendo despacio por los parlantes salpicados de látex y óleo, con el melancólico chicharreo del vinilo de fondo, ¿alguna vez a sonado de otra forma?

Javier Veracruz aprieta los dientes con enfado mientras lanza brochazos con la futilidad del porque sí.
Muchos días con bloqueo creativo, la pesadilla del artista, el pintar con desgano, la torpe técnica del desosiego emocional.
¿Atrás quedaron esas obras inmortales fruto del trance no deseado?.
¿Es todo su talento una quimera?, ¿Una simple mentira producto de fuerzas que a veces, solo a veces, siente fluir por el?.
La duda le carcome por dentro, el miedo atroz a la mediocridad. Después de todo así a sido siempre.

Perdido, casi infantil, irresponsable. ¿Mediocre?
¿Acaso no ha sido así toda su vida?
Persiguiendo sueños de arte, mas como excusa a su propia falta de proyección de futuro, que a genuino deseo de expresar una creatividad esquiva.
A vivido rehuyendo sus propias culpas, sus propias responsabilidades, considerándose a si mismo, en su inconsciente, a merced de ideas tan pueriles como la misma noción de destino.

Culpando a otros por cada fracaso e incluso por cada éxito.
Nunca pidió ser lo que es, ni vivir lo que ha vivido. Y sin embargo es esta misma falta de decisión la que ha permitido cada hecho en su historia.
Cada paso, adelante y atrás.

Esa indecisión la que lo llevo a enredarse en una guerra en la que nunca ha sido un buen guerrero, una vez más por falta de talento y constancia.
Esa indecisión la que lo llevo a enredarse en mil relaciones sin futuro, para terminar siendo casi el juguete sexual de una criatura con la que no podía compararse.
Esa misma indecisión que lo llevo a ser el padre ausente de una hija que no solamente por su inmenso poder pareciera haberle superado ya en madurez.
Una hija que le es todo, un propósito al fin, una certeza reconfortante tanto buscada y sin embargo aun no suficiente.
Javier, un joven compartiendo el cuerpo y la mente con un niño y un abuelo ambos parte de él mismo y a la vez tan ajenos. Tratando de encontrar una respuesta al caos del que forma parte, pero sin esforzarse demasiado.
Un poco de amarillo por acá, un poco de verde por allá. Amarillo por la alegría, verde por la esperanza.
Lentamente los rostros de sus nietos emergen en la pintura rodeados por esa áurea de poder que les pertenece por herencia.
Javier a sus veinte y tantos, se siente niño y anciano a la vez, sin darse cuenta acaricia el revolver que se ve fuera de lugar en su cinto, buscando a ciegas una vez mas un rumbo en su vida que se niega burlón a mostrarse y que ni el alcohol ni las drogas aclaran en lo mas mínimo.
Otras cosas peores tampoco lo han hecho.
Llevado por la corriente es como podría definir su existencia, pataleando y sacando apenas la nariz sobre las frías aguas que lo entumen en vez de despertarle y hacerle reaccionar para nadar.
Si, alguna vez lo ha intentado, alguna vez apretó los dientes y dijo no, encaro las cosas y luchó por lo que quería…
Y fue peor.
¿Ha crecido o es solo la amargura hipócrita del perdedor? Del torpe que más allá de romper los licores de Isaías con lo que tropieza es con la vida misma.
Tanto y tan poco, Javier atrapado en uno de sus propios cuadros aun busca un destino que parece atenazarlo y cuando esta a punto de devorarlo lo escupe contra el lienzo de la vida como otra mas de sus pinceladas sin sentido.
Sin razón.
Sin propósito.
El rojo queda marginado a unas gotas perdidas, el azul se funde como en la noche. Javier se retira unos pasos y observa su ultima obra, negra y gris por completo.
No es excelente, pero si real, como muy pocas veces.
Como muy pocas veces, su obra es exactamente como se siente.

Los Cazadores: Blitz

Blitz.
2002



Los ojos desorbitados, la respiración entrecortada.
Se lleva las manos a la cabeza buscando el impacto que como todos los días le vuela la tapa de los sesos.
Y como siempre no está.

Blitz Volt despierta frío y pegajoso, se volvió a quedar dormido en el berguere barato del salón y como siempre este ayuda a su miseria con la desagradable sensación del sudor frío contra el cuero.
Se levanta malhumorado, una revisión a las cámaras, sin novedad, la computadora de la fortaleza no registra alarmas, el termómetro en 23 grados.

“Mucho calor, eso me esta haciendo sudar”. Se dice tratando de alejar sus fantasmas.
“El” fantasma, el mismo.
Se concentra un momento, siente la energía mágica fluyendo del artefacto, todo parece normal.
Unos cuantos grados menos, una cerveza bien helada.

“¡Que bien se siente estar vivo!.”
“¡Demonios Blitz, se siente igual que siempre!”.

La vida aún apesta.
La niñita todavía crece sin padre y quizás su único recuerdo viene de los malditos letreros de “se busca”, poniéndose amarillos en las paredes de los cuarteles de policía.
Algo te sirvió el hacerte el gracioso y hacer morisquetas cada vez que te trataban de fotografiar, aún no encuentran una imagen reciente tuya y han tenido que conformarse con el retrato hablado de tercera donde no sabes si eres tu o una foto de “Popeye el marino”.

Pero aún te recuerdan sabes, por mas sobreseído que este tu caso, por mas que hayas tratado de cubrir tus huellas, por mas que hayas engañado incluso a tus amigos. Tus viejos compañeros de la policía civil aún tienen tu rostro grabado en sus mentes junto a las imágenes de los funerales de todos los que mataste.
¿Y para que hablar de los uniformados?, Si son ellos los que te encuentran será peor, te van a desollar vivo, te matarán.

De nuevo.
Y no será tan rápido he indoloro como la ultima vez.
La vida aún apesta.

“Mierda”.

Ahí sigues, siempre con tu omnipresente ley de Murphy guiando tus acciones, la fortaleza, kilómetros de cables, millones de dólares en computadoras, armas y defensas Hi-Tech, y el maldito hervidor eléctrico coreano no funciona y te quemas los dedos con la porquería de tetera de dos dólares.
Aún te levantas al anochecer y te sientas como Pachá a ver las noticias, sorber café rancio y limpiar la mentada escopeta.
Aún te ríes como imbécil al prender el habano robado a Isaías, con llamas salidas de tus dedos.
Si hubieras sabido que todo seguiría igual, antes de morir te habrías incinerado tu mismo.
Quizás así no seguirías preguntándote estupideces, dejarías de estar metido hasta el cuello en mierda que no entiendes, sintiéndote dentro de una mala película.
Preguntándote si eres el héroe y sobrevivirás a todo, o eres solo un extra y estiraras la pata a mitad de acto.
Ya una vez te viste como simples letras en los créditos.
Ya una vez te viste con los sesos desparramados y comiendo tierra y gusanos, oliendo tu propio hedor a putrefacción, ¿No?.
Al menos una vez.

Y sin embargo, aquí estas. Sin saber porque, especialmente cuando se lo debes a quien menos te conviene deberle.
Espera a que los demás se enteren.

Aún la vida apesta.
Aún te levantas del sillón, hastiado de ver al mismo imbécil informar las mismas idioteces en el mismo estúpido canal. Aún caminas hacia el auto con la escopeta bajo el brazo, preguntándote si eres solo otra pieza del ajedrez y no sabes si tu te mueves o hay alguien manejando los hilos y haciendo enroque contigo solo para cagarte la existencia.
Aún te juntas con tus amigos y sales a volarle la cabeza a leyendas a ver si alguien te lo explica.

Blitz Volt se acomoda en el asiento del conductor, con la sensación del acero frío de la escopeta en las costillas.
Y se ríe al encender el cigarro con llamas saliendo de sus dedos.