Isaías.
2002
Las palabras se agolpan en su mente, las silabas bailan delante de él, las letras se trenzan en duelo por salir y quedar plasmadas en papel.
¿Cómo siempre?.
Isaías Álvarez sonríe frente a la vieja maquina de escribir, de esas chicas y porfiadas, con cintas que se apelotonan y papel que se arruga y mancha justo cuando pones el punto al final de la pagina.
Como para reírse de ti.
¡Hazlo de nuevo imbécil, puedes hacerlo mejor!.
¿Quizás por eso sigue ocupándola?.
Normalmente tiene razón.
Su ultimo libro ya resalta en los escaparates. No les gustara a “ellos”. Mas de algún Ventrue pondrá el grito en el cielo y pedirá su cabeza a sus pies.
Hasta que alguien, susurrándole al oído, le informe de las cabezas que han rodado a los pies de tan insolente escritor.
El ventrue agachara la cabeza, se morderá los labios y guardara un incomodo silencio.
“¡El silencio otorga bastardo!”.
“¡O grita, ponte furioso y ve a buscarlo y veras tu propia cabeza a los pies de la presa!”.
Las cosas algo han cambiado.
“¿De nuevo un poco vanidoso?”.
La maquina que parece de nuevo reírse de el.
“¿Qué pasa Álvarez?. ¿Se te han subido los humos a la cabeza de nuevo?”.
“¿Tu nombre famoso, tu lindo Penthouse, tus abultados ahorros te gritan lo genial que eres?”.
“¿O es el polvo sangriento en tus zapatos italianos?”.
“¿O el poder de esos artefactos mágicos que atesoras junto a las obras de arte?”.
“¿O es el conocimiento que ahora ilumina tu vida, por el que tan bajo precio pagaste?”.
Tan barato.
“¿Dime Álvarez? ¿Es eso?”.
“¿El hecho de que ha diferencia de los demás, tu disfrutas tu vida?”.
“¿Qué no has pagado el precio?”.
“¿O te das cuenta que no has perdido lo que los demás porque nunca lo tuviste?”.
Que no sufres con la realidad que ahora conoces porque no te ha costado mas que algo de dinero, y que incluso has ganado mucho mas gracias a todo esto.
“¿Qué has perdido Álvarez?”.
“¿Un maldito auto?, Ahora tienes otro Jaguar igual”.
“¿Unas cuantas paredes del Penthouse?”.
“¿El dinero invertido en la fortaleza?”.
“¡¿Qué Álvarez, que?!”.
No has perdido ha nadie que amaras, porque nunca amaste a nadie.
Por eso tampoco has ganado nada.
“¡No!”.
Isaías Álvarez sonríe, el arma de un escritor es su imaginación, mientras mas poderosa mejor. Incluso cuando te imaginas a tu maquina de escribir hablándote de aquello que te niegas ha decirte directamente.
“¡No!”.
“¿Sabes que he ganado montón de teclas?”.
Un propósito una misión. Una misión en su vida, no en mundos imaginarios.
No viviendo a través de sus personajes.
Una misión en el mundo real, su verdadera vida.
Un destino creado, no escrito.
Eso ha ganado.
Y amigos.
Apaga la luz de su estudio y le hecha una ultima mirada a la vieja maquina inmóvil, muda.
Toma el ascensor y atrás queda su fiel criada preocupada como todas las noches.
A sus cuarenta y tantos años Isaías Álvarez deja sus tareas y sale a jugar con sus amigos, a hacer sus travesuras.
A vivir su vida.
Su vida.
lunes, 6 de abril de 2009
Los Cazadores: Isaias
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