lunes, 6 de abril de 2009

Los Cazadores: Ulises

Ulises.
2002


Ahí esta ella, la Crimoira, fría, dura. Es su naturaleza, así fue forjada, es un instrumento de muerte… ¿O de salvación?.
Solo tiene una patina de salvación.

Ulises Poirot acaricia a su vieja compañera, vieja sí, mas, mucho más que él. ¿Cuántas veces ha tratado de escudriñar sus secretos?, ¿Cuántas veces ha tocado la afilada hoja en busca de respuestas y solo a obtenido imágenes de muerte y destrucción.
¡¿Santificada?!.
Maquillada, convencida a la fuerza para servir ahora a propósitos aparentemente mas justos.
Depende del punto de vista.

Las muertes en aras de la justicia, las imágenes de sus batallas son tan temibles y sangrientas que cuando era blandida por aquellos que siguieron a la oscuridad.
¿Quizás exagera?, exagera dándole atributos humanos, dándole un alma a solo un trozo de metal. Sin embargo, Ulises siente la vida, siente una conciencia en la espada.
¿O tal vez es solo idea suya?, ¿Tal vez producto de su soledad?.
Hoy en día es su única compañera. Y en cierto modo el signo de su vida.
Si le puedes llamar vida.

Ella no está.
Y él siente que el también murió con ella.
Dicen que es mejor haber amado y perdido que no haber amado nunca.
Dile eso ha quien vio a su amor desaparecer solamente para darle un día mas de vida a un monstruo.

¿No es fácil comprender, verdad?.
No es fácil saber lo que se siente el perder la cordura o casi, cuando tu mundo se desmorona a tu alrededor. Cuando no solo pierdes lo que más amas. Cuando no puedes decirte que la vida continua, que hay esperanzas, que mañana será otro día, el sol brillara de nuevo.
No puedes.
No puedes, si sabes que cuando se oculte, los malditos saldrán de nuevo y se llevaran a otros mas, quebraran otras vidas como hicieron contigo, como quizás te lo hagan de nuevo, si cometes el error de tratar de continuar.

No puedes, cuando empiezas a darte cuenta que el mal no es un mito, cuando los monstruos no son cuentos de viejas, existen, te rodean, juegan contigo y con los que amas.
Cuando sabes que el fin esta cerca.

¡Y entonces haces lo único que puedes!.
¡Luchas!
Aunque sea como querer vaciar el mar con las manos.
Es imposible.
Y si lo logras no servirá de nada.
Ella no volverá.
La misma historia de todos. Diferentes rostros, diferentes nombres.
Olivia para él.
Verónica para Morgan.

¿Los demás?, Quien sabe, nunca ha sido un grupo de tertulia.
Después de todo no están reunidos por aquellos nombres.
Lo están por otros.
Las espadas, la sangre, la muerte.
La venganza.
Ahora ella es su única amante, la de todos.
No importa si tiene el rostro de su mujer o simplemente el odio de saber a toda su raza una marioneta, un juguete de fuerzas que tanto le cuesta comprender.
Entender por que.
El odio tiene la ventaja que no te lo pregunta y evita que tu lo hagas.
No importa, son el enemigo.
¡Mira lo que te hicieron!.
¡Deben pagar por ello!.
No puedes tenerla de vuelta, no puedes seguir siendo el pusilánime erudito de antes, no pueden sentarse a conversar de sus viajes al calor de la chimenea, no puedes tratar de convencerla de ser padres a la vuelta de la ultima expedición, no puedes. Pero al menos puedes hacerles lo mismo.
Puedes hacerlos sufrir, tanto como te han hecho a sufrir a ti.

Y contra natura, lo han hecho.
Los han golpeado donde más les duele, han hecho que sean ellos los que sientan el miedo.


Allí está ella, la Crimoira, fría y dura. Manchada por la sangre y polvo de tantos vástagos, ha mordido sus entrañas, ha quemado sus carnes muertas, les ha llevado el dolor que merecen.
Y ha sido su mano la que la ha sostenido.
Y lo seguirá haciendo.

Ulises Poirot toma su espada amorosamente y la guarda en su vaina. Hoy probara un poco mas de oscuridad.

Con paso cancino se dirige a su cita de todas las noches con su amante.

La muerte.

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